martes, 26 de junio de 2012


Diablo con vestido azul 
(Primera parte)


Hace unos días platicaba con nuestro querido patrocinador (que no paga) acerca de un programa que ha tenido a ver. Sobre todo parecía muy molesto por un especial acerca del grupo de Chris Stein, Debbie Harry y Clem Burke. Asegura él que en tal programa entre otras divertidas afirmaciones se dijo que dentro del punk había poca presencia femenina.

Yo, feminista de cajón (y al mismo tiempo ama de casa persignada), comprendo que esperar que un tipo de lentes de pasta y mal gusto diga algo notable sobre lo que no conoce es como esperar que con las elecciones gane el país.

Pues bien. Es verdad que el rock (y en general la música y el arte occidental al menos) no se caracteriza precisamente por la presencia de creadores mujeres. Dentro del rock, por ejemplo, se ha de ver que en géneros como el rock progresivo o el heavy metal la mujer no pasa de ser (con extrañas excepciones) sino un motivo de letras graciosas.

Aunque en los cincuenta y sesenta hay grandes mujeres rocanroleras (Wanda Jackson, Nancy Sinatra) y en los sesenta las chicas de Motown, bajo la mente siniestra-maestra de Berry Gordi y sus compinches, nos legaron tantas buenas canciones como productores desquiciados. También está ese grupo maquiavélico y rarísmo que fueron las Shaggs.



Algún día hablaremos de Motown y de las cantantes de los sesenta. Obviamente hubo mujeres tan importantes como Janis Joplin o Grace Slick (de Jefferson airplane).

Sin embargo, es de notar que en general las mujeres siempre actuaron hasta ese momento, con algunas excpeciones casi todas de bandas garageras, como cantantes. Ver a una mujer tocando un instrumento era poco menos que impensable.

La primera mujer que toca un instrumento en una banda en verdad fundamental en la historia del rock es Maureen Tucker, baterista precisa y minimal del Velvet underground (en donde también estuvo por algún tiempo la maravillosa y por muchos odiada Nico). Para apreciar el estilo de Mo Tucker, nada mejor que esa píeza hipnótica y perversa que es Venus in furs. Himno sadomasoquista que le daba la vuelta a todo lo que en los sesenta nos imaginamos. Margaritas y florecitas en el pelo (Scott Mackenzie dixit).




Fuera de las cantantes de folk, Joan Baez todavía en activo, la maravillosa Carole King, (pero hablemos de eso en otra ocasión porque aunque desde siempre las mujeres han sido una gran presencia en este género y solemos confundirlo con el rock, en realidad es muchísimo más antiguo), en los primeros setenta sin duda alguna la figura femenina más notable fue Susan Kay Quatronella (en serio) a.k.a. Suzi Quatro con todo y su guitarra alocada. Rock seco, duro que lo mismo tiende al hard rock setentero que al glam de esas épocas (al glam neoyorquino, hay que aclarar). Ni hablar; yo tampoco quiero que me lleven a bailar, prefiero roquear duro (y saltar en las canciones).


Con la llegada del punk el estereotipo habitual y el rol de la mujer en la música rock había de cambiar dramáticamente. No sólo aparecieron muchos grupos liderados por mujeres, sino que la presencia de músicos del género femenino e inclusive de grupos completos sólo con chicas, fue cosa ya común. Dicen bien en The filth and the fury: la mujer dejó de verse como ciudadano de segunda clase. Porque aunque los movimientos contraculturales de los sesenta tendieron también a la liberación femenina, ésta siempre se vio subordinada al deseo masculino, si no es que tendía a aceptar el rol masculino y a masculinizarse ella misma. Penelope Spheeris dice de ello con sorna: "Para mí toda la idea del amor libre sólo era un pretexto para acostarse con el mayor número de mujeres posible".

El zumbido con el que empezó el punk no fueron sólo los acordes pegajosos y bailables de unos enloquecidos Ramones. Esa es una fantasía creada por algún cuate con alzheimer. Ahí estaban los Talking heads, el grupo de Patti Smith, los Dictators y Blondie. No es extraño que en más de la mitad de estas bandas hubiese una mujer. Ya los Velvet habían marcado el camino a seguir.

Patti Smith es cantante de su propio grupo. No se limitaba a ser interprete. La larga carrera de la autora de Horses abarca desde la publicación de poesía a las artes plásticas. Inquieta y siempre en busca de nuevos horizontes, es quizá la mejor letrista del punk neoyorquino.



En las antípodas del sentir y de las maneras de Patti Smith está Blondie. En cierto sentido Deborah Harry tiende a seguir el estereotipo de las mujeres en el rock de pasadas décadas. Aparentemente es la frontman buenona que no hace sino interpretar las canciones que otros escribieron y cuyo principal rol es usar su atractivo para que los sudorosos roqueros tengan sueños húmedos y compren muchos discos. Por supuesto, nunca ha sido así del todo. Las mujeres cantantes no sólo han influido desde siempre al sonido de su banda, sino que han marcado con su presencia todo su quehacer. Ya anteriormente hablé de los Jefferson Airplane y Grace Slick. Creo que sería ocioso mencionar a  Big brother & the Holding company y Janis Joplin.

Blondie tiende más aún que los Ramones al bubblegum, a adoptar y llevar hasta el extremo el arte pop. No deshechan nada, no discriminan nada. Todo en ellos está hecho para parecer una obra de Andy Warhol. O mejor dicho: de Roy Lichtenstein. Debbie Harry es la perfecta encarnación de las chicas del cómic y la música de Blondie mezcla el pop, el disco, el rapping y hasta el blues con el rock duro de manera que en ellos el punk alcanza uno de sus extremos más extraños. Una ex-conejita de Playboy tocando con un grupito de ex-intelectuales en lugares (CBGB, Max Kansas, Roxy's) donde la audiencia incluye a mujeres rapadas, a hombres con pelos de color morado y donde la cantante de la banda que les precede orina en público y la banda que les sucede toca canciones acerca de lobotomías adolescentes.



Los Talking heads, por su parte son un grupo que musicalmente tienden tanto o más que Blondie al eclecticismo. Pero su estilo juguetón tiene un trasfondo intelectualizado. Saben bien lo que quieren y cómo conseguirlo.

Formado por David Byrne, Tina Weymouth, Chris Frantz y Jerry Harrison, los Heads fue un proyecto de un grupo de intelectuales por, al principio, revivir sus rolas favoritas del garage sesentero y aportarles un filo moderno. El bajeo de Tina, preciso, precioso y lleno de cadencia fue un ingrediente imprescindible para el quehacer del grupo. No es de extrañar su posterior acercamiento a lo que en los noventa se llamó World music.




En el punk inglés, por su parte, hubo mujeres desde su proceso de creación. Ya el Contingente de Bromley estuvo lleno de féminas y muchas de ellas hicieron sus propios grupos. The Slits, Siouxsie & the Banshees, X-Ray Spex, Celia and the Mutations, The Adverts, Blitz, The Nipple erectors, The Killjoys, The Rezillos, Penetration, Plasmatics... No es posible hablar de todas y de cada una de las mujeres que participaron en aquel legendario verano del odio del 77, pero tomemos a sus grupos más importantes.

Siouxsie Sioux, una fanática de David Bowie, creo a los Banshees (nombre dado por los espíritus femeninos que con sus gritos y llantos invocan a la muerte de los mortales según leyendas del norte europeo) en la segunda mitad de los setenta. Junto con The Clash, The Damned, The Buzzcocks, X.Ray Spex y The Jam fueron los primeros grupos formados a la estela del grito de los Pistols. Siouxsie se distinguió por su gusto desde el principio por la parte más oscura del punk. El sadomasoquismo, las relaciones enfermizas, coqueteos con la estética (no la ideología) nazi. Su sonido, además, era mucho más elaborado que el de otros grupos de su generación. Ya su primer sencillo "Love in a void" tiene un parecido a una marcha militar y un ambiente opresivo que contrasta con otras canciones punk. Poco a poco su música se convirtió en uno de los pilares de lo que después fue el postpunk oscuro (o sea, sin luz). Siouxsie, por lo demás, interesada en el pop en la corriente de Bowie encarnó a un paradójico símbolo sexual desinteresado en los hombres; un erotismo frío e inclusive despreciativo que está tan lejos de Blondie como del enloquecido discurso combativo de, digamos, The Slits.


Ya que hablamos de las Slits, pues hemos de mencionar a aquella memorable banda formada por Ari Up, Viv Albertine, Teresa Pollit y Palmolive. Antes estas chicas habían tocado con los Castrators (y ya desde entonces se veía por dónde iban) y con The Flowers of Romance (otro grupo acabado por la "inteligencia" de Sid Vicious).

The Slits eran un grupo declaradamente combativo. No es de extrañar las relaciones con The Clash, pues al menos en teoría, ambos grupos manejaban discursos semejantes y ambos fueron influidos por el reggae. Sin embargo la ejecución desordenada de los instrumentos además del peculiar estilo vocal de la rastuda Ari Up hacen pensar en los Sex Pistols en concierto (no sé si eso sea un halago) y posteriormente (para no variarle) tanto a Big audio Dinamite como a Public Image limited. Ari Up murió hace relativamente poco de cáncer.

Debo de admitir que no soy precisamente fan musical de The Slits (me gustan más bien sus covers), pero lo cierto es que de ellas salió un discurso dentro del rock que impulsaron tanto las Plasmatics y las Pretenders por una parte como después el movimiento de las Riot Grrls, con Bikini Kill, 7 year bitch, Sleater Keanney o Mecca Normal. Una especie de feminismo ideologizado y baratón (no es lo mío tampoco), pero que si no se toma muy en serio hasta te da ánimos de vez en cuando y te hace salir de muchas estupideces. Lo digo por experiencia: hasta la victoria siempre, compañeras mías.


Por su parte, X-ray Spex liderado por la enloquecida Poly Styrene fue una mutación pop del feminismo de las Slits. La jovencísima Marianne Joan Elliott-Said se unió a su amiga saxofonista Susan Whitby (a.k.a. Lora Logic, quien aunque ya para el disco había sido reemplazada, formó después Essential logic y después Red Crayola) y a otros cuates para hacer un grupo punk. Su sonido remite a los Pistols por la sorna de las letras y el estilo desenfadado y agresivo de Poly Styrene (quien en imagen encarna tanto como Johnny Rotten a la perfecta anti-estrella). Su primer sencillo "Oh Bondage, up yours", con su discurso inicial "Some people think little girls should be seen and not heard. But i think Oh Bondage Up Yours!". Las letras del grupo tendían a un feminismo juguetón e irónico. Se burlaban lo mismo de la sociedad de consumo y su relación con las mujeres ("The day the world turned day-glo") como de los estereotipos femeninos y feministas ("I am a cliché", "art-i-ficial"). Posteriormente y una vez desaparecido el espíritu punk original, Poly Styrene se unió al Hare Krishna (en serio) junto a su amiga Lora Logic, hizo algunos discos no muy emocionantes y hace un par de años murió de cáncer espinal y de seno. Ma la onda para uno de mis grupos favoritos.


Dado que hay muchísimas bandas con presencia de mujeres en el punk original, no es posible hablar de todas ellas. Pero como siempre me ha caído mal el tal Billi Idol (aunque sus canciones me gustan, que ni que), por ser un ladrón de primera (hasta su pinche gesto se lo copió a Sid Vicious), pongo una canción de Celia & The Mutations (en otras canciones parece una mezcla entre folk y los Velvet underground): la original "Mony Mony" en versión punk. Va ésta por todas las chicas punk que me faltaron.



No se pierda la segunda parte: ¿qué dejó el punk para las mujeres además de pelos parados y grandes grupos cuyos miembros mueren de cáncer? La próxima semana pasaremos del New wave al indie y del indie al Riot Grrrl; de ahí pa'l real.

Por cierto, no manden correos exigiéndome hablar de las cantantes sesenteras. Ya lo haré. Lo que quiero es que se note que en el ROCK (no hablamos de folk, en donde, ahí sí, las mujeres han estado presentes siempre) no es sino hasta el punk en que las mujeres entraron masivamente a ocupar espacios en las bandas. No sólo como cantantes o atractivo visual (ya sé que no eran así del todo, pero era el estereotipo).


Titania con leyendas feministas (ajá)

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