lunes, 25 de julio de 2016

La (otra) guerra de Reforma

La (otra) guerra de Reforma


César Alain Cajero Sánchez


En las últimas semanas, dos veces me preguntaron sobre la Reforma educativa (lo que así llaman). Aunque ya había hablado AQUÍ del tema cuando esto empezaba, ni mi amigo de Tabasco ni mi querida tía sufren mis acosos en la red, así que no se enteraron de mi opinión.

En aquel entonces poco sabía directamente de los lineamientos de la dichosa Reforma, excepto lo que me comentaban mis amigos de escuelas públicas y lo que había alcanzado a leer de ella mientras fui maestro rural en Conafe. Meses más tarde —y después de leerla, primero obligado y luego por interés— reafirmo que está diseñada por personas que en su vida han dado clases y que piensan que aprenderse de memoria los lineamientos de un manual de pedagogía barata (con número de inciso y toda la cosa) es suficiente para ser buen maestro.

Otras linduras salieron tras la lectura de tal mamotreto insufrible… Pero me desvío de la anécdota.

Un compañero de Conafe (Consejo nacional de Fomento educativo; una institución que atiende a comunidades aisladas de menos de 200 habitantes) me escribió a eso de las nueve de la mañana a mi celular. Me contó acerca de las marchas que estaba realizando la Coordinadora por esas tierras del sureste mexicano. Mandó algunas fotografías de la aparición de zapatistas por las calles de Palenque que me dejaron con un revolucionario sabor de boca, como en aquellos días de mediados de los noventa. Un día después, otro compañero, que vive en Palenque, me dijo que la foto es falsa y que aunque sí aparecieron pseudozapatistas, eran unos cuantos. Y que se dedicaron a robar en una tienda del lugar. Si en verdad pertenecían al movimiento zapatista  o no, lo ignoro: el EZLN ha dado su espaldarazo al movimiento, aunque no veo qué vela tienen en este entierro, salvo, quizá, simpatizar con el muertito.

Como no tenía forma de saber quién decía la verdad, esperé para leer en periódicos sobre el tema. Todos aceptaron los desmanes en Palenque, pero algunos los justificaron. Juzgué todo esto como deplorable, pero entendible: los grupos humanos pierden el control y la rapiña es una forma de venganza social.

Mi amigo, sin embargo, todo lo decía de buena fe. Días después me compartió una foto que le habían mandado de la marcha silenciosa zapatista del 2012 como si fuese reciente. Esperé estar más informado para hablar del tema.



Hace poco fui a ver a mi tía a su casa de Nezahualcóyotl, donde vivimos hasta que pasé a secundaria. Me contó que mi primo más pequeño, quien está en sexto de primaria, tiene clases un día no y otro tampoco pues su maestra está enferma. Como es natural, está enojada y nerviosa ante esta situación (y como es también natural, mi primo no lo está tanto). En un momento dado, aludió al conflicto magisterial y dijo que todo eso les pasa por no querer trabajar.

Mientras ofrecía ir los jueves de las próximas vacaciones a regularizar a mi primo, veía por la ventana lo que ahora es un feo templo al consumo capitalista (llamado Plaza Jardín) y que cuando era niño era un basurero con algunos columpios y una resbaladilla con forma de boca de oso. Aunque olía peor antes, lo feo no se le quita con nada. Y ya no es tan divertido.

Recordé mi escuela que queda todavía sólo al pasar la avenida. También a la maestra Marta y al maestro Martín; al preescolar que estaba cerca del mercado y donde pasaba junto a un puesto de tepaches con las mesas,  los grandes barriles y las jarras de vidrio. A la señora que nos vendía dulces a la salida a mí y a mis amigos con los que jugaba guerras de tierra después de haber hecho experimentos con un viejo  juego de química.

Aunque no conozco la situación de la maestra de mi primo, comprendo la desesperación y el hartazgo de muchas personas, que ven cómo continuamente las clases se suspenden por diversos motivos, sin hablar de la calidad de educación que reciben sus hijos o familiares. No puedo olvidar a un muchacho de provincia que llegó a la secundaria sin saber leer… sin que fuese su culpa pues después de los tres años, alcanzó un nivel más que aceptable y yo mismo le ofrecí mi casa si es que quería hacer el examen para entrar a una preparatoria de la UNAM.



Que el sistema educativo en nuestro país es desastroso no es un secreto. Gran parte de los maestros no enseñan lo más básico (algunos ni siquiera lo saben); los planes de estudio no son necesariamente los mejores y las condiciones de muchos salones de clase son francamente deplorables. A esto hasta no hace mucho se le sumaba que las labores de educador estaban secuestradas por un sindicato que protegía los intereses de sus agremiados sobre la educación de los estudiantes. No soy yo quien le increpa esto al sindicato: esa es su labor; como la labor de la SEP es buscar mejorar la calidad educativa.



En estas semanas se ha hablado mucho de la “Reforma educativa”, la cual, es verdad, de educativa tiene muy poco. Los mandamases de la SEP parece que un día se fajaron los pantalones y decidieron hacer como que sí trabajan. El resultado fue la Reforma educativa que nos ocupa.

Una parte, la más cuestionada, de la Reforma tiene que ver con mejorar la calidad de los maestros ante grupo. Esta aplaudible decisión previsiblemente chocó con los intereses del gremio magisterial. Ante esta situación, muchos no han tardado en decir que es un simple conflicto entre un órgano de gobierno que está ejerciendo sus funciones y una asociación que no defiende sino los intereses de sus afiliados (cosa para la que existen los sindicatos). Aunque esto no es del todo falso, hay que decir que la manera en que se pretende “mejorar” la calidad magisterial es cuando menos delirante.

Según la Reforma, los maestros que ya tienen un puesto en las escuelas gubernamentales tendrán varias oportunidades de pasar un examen que medirá sus capacidades profesionales y de no pasarlo, tendrán que tomar un curso para volver a presentarlo. Ello no implica perder la plaza ya conseguida, sino no poder avanzar en las promociones siguientes y ser reinstalado en funciones en caso de no pasar tres veces consecutivas (reinstalado no significa despedido, sino que se le asignarán otras funciones). Las reformas no afectan tanto, pues, a los maestros que ya tienen plaza, sino a aquellos que esperan incorporarse al sistema. Para empezar, los egresados de las escuelas normales (quienes anteriormente por haber cursado en estas escuelas tenían asegurado un lugar en los sistemas públicos) deben presentar dicho examen en competencia directa por las plazas con egresados de otras instituciones. A partir de esta primera generación, la presentación de exámenes del mismo tipo se verificaría de manera recurrente con peligro de perder el lugar obtenido.

Por supuesto, esto pone en peligro directo la estabilidad laboral de los trabajadores y con ello pierden sus conquistas a largo plazo en cuestión de seguro médico, planes de retiro y otras prestaciones. No digo con esto que quienes trabajen en la educación pública ya no tendrán seguro social o un plan de jubilación, sino que al no tener estabilidad laboral, éstas penden de un hilo. Un maestro que haya ejercido dos años de servicio no podrá seguir pagando los préstamos para conseguir una casa, tampoco seguirá acumulando para su retiro ni gozará del seguro médico.

Es cierto que muchos profesionales lamentablemente no contamos con esos “privilegios” (que nuestra Constitución establece como derechos, pero que nos pasamos por el arco del triunfo), sin embargo, eso no exime sino más bien alienta a los profesores a levantar su voz con toda la razón para exigir que se conserven esos derechos ganados por generaciones. De nuevo: la razón de ser de los sindicatos es precisamente defender la forma de vida de aquellos a quienes agrupa.

Sin embargo, es fácil pensar que el examen precisamente lo que busca es que con la competencia entre los egresados de las normales y otros profesionistas se eleve la calidad del gremio y con ello, las capacidades de los profesores ante grupo, lo que redundará en mejor educación para los alumnos.

Dejando de lado la lucha completamente legítima de los maestros normalistas por defender sus derechos, este pensamiento derivado del liberalismo, falla en un punto esencial: lo que se pretende calificar no son los conocimientos de las asignaturas del profesor y ni siquiera su forma de dar clases. Lo que en verdad pretende medirse es la familiaridad (que ronda con la memorización) con una serie de conceptos acuñados por los pedagogos de la SEP; medidas y diligencias burocráticas. Aprender cuál es la diferencia entre la Planeación semanal y el Plan anual, así como cuál debe ser su relación jerárquica según los manuales.

Por supuesto que se habla aquí de los contenidos de las asignaturas: pero sólo de cómo deben ser representados en las planeaciones. También de la forma de dar clases: cuál debe ser la actitud “correcta” según los manuales. Todo de manera memorizada y sin flexibilidad. Es curioso que hablen de “iniciativas de gestión” cuando en la práctica, la gestión más importante, la de la práctica magisterial, se verá constreñida a los planes burocráticos de un grupo de pedagogos que no toman en cuenta la diversidad de situaciones a las que el trabajo docente se ve enfrentado.

Aunque parezca tener sentido un examen a nivel nacional para medir la calidad docente (y lo tiene, si lo que se midiese fueran los conocimientos necesarios, algo que a muchos maestros, me consta, les falta), hacerlo con las prácticas pedagógicas es un absurdo. Mucho más si se basan en la memorización de un manual inepto que lo más que hace es repetir lo obvio. Un ejemplo bastará, ¿en qué se debe basar la planeación diaria de las clases?, ¿en el plan anual, en los planes de estudio o en la situación pedagógica de los alumnos?, ¿diría usted que debería basarse en todos o solamente en uno?… Según estas evaluaciones, hay una sola respuesta que se debe aprender de memoria, aunque no se esté de acuerdo o no corresponda con su situación.

Leo que el examen no consiste en la memorización ni es estandarizado pues pone ejemplos de la vida real. ¿Eso cambia el hecho de que se tome como válida sólo una respuesta? ¿Hay posibilidad de desarrollar el porqué de una respuesta? ¿Los ejemplos de la “vida real” abarcarán todas las variables que un maestro puede tener en un salón de clases? Y de ser así, ¿en qué momento de la “vida real” se verán enfrentados a todas esas variables sin estar previamente familiarizados así sea de mínima forma con el contexto sociocultural del lugar?

Indudablemente las habilidades del docente no dependen sólo de sus conocimientos de los temas de estudio (aunque estos son imprescindibles), sino de su trabajo en clase. Sin embargo, evaluar este trabajo no es tan simple como presentar un examen: es tarea de la supervisión en campo, de entrevistas a los alumnos y padres de familia. En fin, de un trabajo que se supone que ya deberían realizar los supervisores y directores. ¿Lo hacen? Pues quién sabe. Bueno, sí sabemos, pero mejor no señalar a nadie (y sí hay algunos que lo realizan; sería injusto generalizar).

Aunque pienso que se trata, como dije en un texto anterior, de una muestra más de la bienintencionada ineptitud de los organismos burocráticos, no puedo negar la posibilidad de que se trate de una estrategia a mediano plazo para controlar al gremio magisterial. Ya que el Estado corporativo se encuentra en descomposición (por las numerosas disensiones dentro de los sindicatos tradicionales), buscar mecanismos de control resulta necesario para un régimen político que se niega a cambiar su forma de relacionarse con la sociedad.

Así, aunque en los últimos días les ha dado por cacarear que es una mentira que se trate de una reforma laboral (y no educativa), suponen en el mejor de los casos que mejorar la educación equivale a cambiar la burocracia pedagógica en el sentido que marca la moda en turno; en el peor, a una forma de controlar a los grupos magisteriales y recortar sus derechos. En ambos casos, la educación no mejorará gran cosa y se ahorrará un buen dinero del presupuesto que irá, ¿a dónde?

Ciertamente en estos últimos días se ha hablado también de un cambio de contenidos en los planes de estudio. Esto no era un secreto para quienes estamos cerca de la labor educativa por un motivo u otro. Sin embargo, hasta ahora no se ha aclarado del todo en qué consistirán estos cambios curriculares en las materias básicas. Se ha dicho, empero, que se agregarán espacios para la asignatura de inglés y un taller de psicología.

Aunque estas dos últimas medidas son buenas, hay que tomar en cuenta el contexto de cada centro de estudios. Enseñar inglés no es malo siempre que no se torne en una enseñanza mecánica y aburrida como ha ocurrido con materias como la Historia o la Geografía que se han convertido para muchos estudiantes en una constante tortura donde se memorizan conceptos sin entenderlos ni aplicarlos.

En el caso de inglés enfatizo lo del contexto porque en mis cuatro años en una comunidad rural, a pesar de conocer el idioma inglés, me resultó muy difícil que se interesasen en el tema. Esto porque no tienen contacto de ningún tipo con el idioma. Si no existe este contacto mínimo e interés alguno, resulta difícil si no imposible aprender más de unas frases. No pasa lo mismo con las matemáticas, pues su uso es imprescindible; tampoco con las clases de lengua (materna y nacional), pues al fin y al cabo ambas tienen que usarlas. Ciencias y Geografía les resultaron interesantes por la naturaleza que los rodeaba (como a un niño de ciudad les interesan por la tecnología) e inclusive logré que les interesase Historia, por  medio de películas y subrayando lo que tiene que ver con la forma en que vivimos (amén de cambiar los abruptos saltos del programa por uno que yo diseñé).

En otras palabras, aunque es bueno dar la clase de inglés, es necesario contar con herramientas necesarias para interesar a los alumnos en el tema (inclusive en la ciudad, no todos los alumnos se interesan y a muchos les genera aversión); sobre todo, prácticas de uso cotidiano y real de la lengua.

Otra cosa que se ha dicho y sobre la cual circulan infinidad de rumores en la red es sobre el carácter “neoliberal” de la Reforma. Bajo esta palabra, que puede esconder infinidad de significados, se han amparado los maestros para obtener apoyo de la población. Y aunque no puedo negar la posibilidad de que el gobierno quiera cobrar cuotas obligatorias en las escuelas y vender los libros de texto, la verdad es que en la Reforma no viene nada en ese sentido. Si lo hacen, están incurriendo de hecho en una violación a sus lineamientos y a la misma Constitución (la cual no ha sido alterada). Claro que como nadie lee nada, cada quien hace y dice lo que quiere… De neoliberal sólo le veo a la Reforma lo ya señalado sobre la manera de entrar al servicio educativo, en competencia franca por el puesto.

Así pues, no hay nada en la Reforma que indique que se van a cobrar libros ni cuotas. Lo que sí es cierto es que con los nuevos planes de estudio, el año entrante se deberán de hacer nuevos libros (los del ciclo por empezar, ya están en las bodegas de las escuelas) y que esto genera confusión por una quimera llamada “Escuela al centro”, a la que citan continuamente, pero nunca dicen de qué trata.

La dichosa “Escuela al centro” consiste en una reestructuración en la escala burocrática. Tradicionalmente, ésta era vertical; donde la escuela ocupaba el escalón más bajo: la Secretaría de educación pública federal mandaba órdenes a sus correspondientes estatales; éstas, a las delegaciones regionales y finalmente, la cadena culminaba en la escuela y el salón de clases. A su vez, cuando el salón de clases necesitaba algún material, la cadena burocrática debía remontarse en sentido inverso hasta dar con quien pudiese atender las necesidades.

La idea de “Escuela al centro” consiste en que cada escuela maneje sus propios recursos sin necesidad de los trámites burocráticos que exigían en ocasiones meses para ser atendidos. Para ello, se supone que debe de formarse un comité integrado por directivos, profesores y padres de familia.

La frase “manejar sus propios recursos” ha llevado a numerosas interpretaciones. Para una de ellas, esto significa que cada escuela deberá obtener estos recursos y de ahí se deduce la obligatoriedad de cuotas, la venta de libros y demás. Lo cierto es que en la Reforma dice de forma no muy clara (esto es necesario mejorarlo porque amén de lo poco propensa que es la gente a la lectura; todos sabemos cómo se las gastan las autoridades para interpretar a su conveniencia) que los recursos PÚBLICOS que antes se asignaban por la cadena burocrática, ahora se otorgarán directamente a las escuelas. La idea, con esto, es reducir los periodos de espera, fomentar la participación activa de los miembros de la comunidad escolar, aumentar la transparencia en el manejo de recursos y ajustar los presupuestos a las necesidades reales de las escuelas.

Aunque se ha señalado inclusive por las personas que sí han leído la Reforma que con esto se fomenta la competencia capitalista por los recursos públicos al hacer del dinero de la federación, botín de contratos a particulares, lo cierto es que en ese sentido las cosas no cambiarían demasiado. Cuando las delegaciones regionales, estatales o federales daban luz verde a un proyecto, era necesario también contratar a una empresa privada. La diferencia es que nunca se sabía el monto de la inversión real, con lo que la corrupción campeaba (sin mencionar que dichos proyectos eran —como la misma Reforma— ocurrencia de algún funcionario, que podía o no estar inspirado en las necesidades de las escuelas).

Aunque la idea no suena mal, me temo que aunque se lleve a cabo de esta manera, no es completamente eficaz. No acaba con la posibilidad de corrupción: la disgrega. A menos que el comité tenga mecanismos de control muy bien planeados (y estos se cumplan), existe posibilidad de corrupción en cada uno de los centros de trabajo. A decir verdad ni siquiera desaparece la probabilidad de corrupción en las cadenas superiores de mando, pero al multiplicarse exponencialmente los manejos de dinero, será mucho más difícil rastrear fugas y corrupción.

Esto es lo que yo he pensado de lo que he leído del texto de la Reforma y de otros documentos que pueden encontrarse en la red. Señalo la ineptitud real de la Reforma educativa; lo poco que incidirá en los aprendizajes de los alumnos; su disfraz amparada en una pedagogía de moda mal adaptada y poco flexible; lo engañoso de la supuesta “iniciativa” que plantea para cada escuela… También es verdad que del lado de los maestros, quienes defienden derechos en una lucha perfectamente legal (aunque con maneras y modos que rondan la ilegalidad y que les han quitado simpatizantes), han existido mentiras respecto a la Reforma que restan legitimidad a su lucha.

No puedo decir que no sea cierto que exista la intención de “privatizar” la educación. Lo que sí puedo decir es que amparándose en esta Reforma, no hay esa posibilidad (lo que sí existe es el peligro de que, como nadie la lee, las autoridades hagan lo que se les ocurra, amparándose en un texto que todos desconocen).

Finalmente, pero quizá más importante. Todo esto no justifica ni nunca justificará los actos de violencia de los maestros, pero mucho menos los terribles actos de terror del Estado y sus subordinados. Exijamos justicia.

Ni un muerto más.

Mis canciones del año pasado



César Alain Cajero Sánchez


Aunque ya ha pasado incluso la mitad del año, mi bendito diagnóstico, aunado a el trabajo que afortunadamente (ya no) tengo, me impidieron acabar esta lista.

Bueno, para que no digan que no, ahí les va:


Tamaryn /// Cranekiss

Una bella rolita de dream pop a la Cocteau twins que es buena para caminar en esas noches solitarias.




Blur /// Lonesome Street

Blur regresa a sus orígenes, con esa guitarra tan de los Kinks, en este sencillo que demuestra que la presencia de Graham Coxon es siempre bienvenida; que Blur es mucho más que la banda de Albarn.



Los Vinagres /// Me Rompiste El Corazón

Guitarras a lo Pixies y una buena tonada hacen mucho bien en estos años.




Will Butler /// Anna

Una canción efectiva con un coro pegajoso de los que ya no se utilizan.




Beck /// Dreams

Nuevamente el flaco que todos queremos llega con una diferente propuesta y, como siempre, le sale bien.




Public Image Ltd (PiL) - Double Trouble

John Lydon y compañía han estado muy ocupados en los últimos años. Un año más que aparece esta (im)presentable banda en mis listas.


Wilco /// Random Name Generator

Desde el A ghost is born, Wilco no me había vuelto a gustar como en esta rolita. Muy en su estilo de country eléctrico, con un riff muy sabroso.




Courtney Barnett - Pedestrian at Best

Una voz propia de los White stripes con unas guitarras de MC5 y un coro de las Slits hacen una canción que aunque remite al pasado, suena bien, definitivamente.



Los Románticos de Zacatecas – Fosforece

Parece que las guitarras regresaron el año pasado. No es la gran canción, pero el riff, junto con la mayoría de las otras canciones de la lista, demuestran lo dicho.




Moon Duo – Animal

Un video muy raro para una canción también muy rara. Como si alguien hiciese una parodia del postpunk más oscuro combinándola con una psicodelia muy fumada (bueno, en Today, Jefferson airplane también sonaba de miedito)…




Guadalupe Plata – Calle 24

Me encanta este grupo español que tienen tanto del rhytmn and blues (versión inglesa) como de los Pixies y, claro, de los White stripes.




Telepathe - Drown Around Me

Pop, cajas de ritmos y una hermosa melodía en esta canción buena para crepúsculos y amaneceres.





Faith No More – Superhero

Faith no more con ese sonido que tanto sonaba a fines de los noventa, pero hecho como debe de ser. El coro es de los más reconocibles en lustros, precedido de un piano delicioso.




The Chamanas - Purple Yellow Red and Blue

Muy buen cover de este grupo al cual no le he escuchado otra rola.




Alabama Shakes - Don't Wanna Fight

Una sabrosa canción pop con vetas de blues y country. Muy buena para esas mañanas. Tómese con café.




The Dead Weather /// I Feel Love (Every Million Miles)

El sonido poderoso de las guitarras hace mucho bien a esta canción que, de no ser por ellas, pasaría desapercibida. La presencia del Jack White más cercano al hard rock (o hard blues, si se quiere) se nota. La voz de Alison Mosshart cumple su parte.




Sublime with Rome – Skankin’ to the beat

Buena canción para mover las carnes como desde hace un tiempo que no… Y para recordar las divertidas con Sublime.




Sleater-Kinney /// A New Wave

Esta me encanta, por la animación, el ritmo y el video. Sleater-Kinney sigue armándola.



Marilyn Manson - Fated, Faithful, Fatal

Si consiguen olvidar que es Marilyn Manson, descubrirán una voz muy buena y un arreglo bastante escuchable.





Mark Ronson /// Feel Right (Lyric Video) ft. Mystikal

Una canción con las cantidades adecuadas de funk y hip-hop.





The Weeknd /// Can’t Feel My Face

Pop electrónico con evidentes resabios funk.





Vertigo (ft. Alex Turner) /// Mini mansions

Me recuerda un poco a Air. No es la gran cosa, pero suena bien.





Kitty Daisy & Lewis /// Baby Bye Bye

Una grandiosa canción. No hay mucho más qué decir. Me encanta.





Laura Marling /// Gurdjieff’s Daughter

Aunque el ánimo post-folk de los últimos años ya comienza a aburrirme; a veces salen buenas canciones como ésta.





Mura Masa /// Lovesick Fuck

Me gusta, me gusta. La combinación entre sonidos es muy buena, además de que me hace reír.





Panda Bear /// Boys Latin
Qué curioso: otra de esas canciones cuya combinación de sonidos me encanta. El video es bueno, pero lo importante son esos sonidos.




Sobre la forma en la literatura  César A. Cajero Podemos definir en este momento y provisionalmente a la literatura como aquella...