jueves, 28 de marzo de 2013

Metes esto, esto y estro en una licuadora y listo (dos)

Metes esto, esto y estro en una licuadora y listo (dos)




Como decíamos ayer, en los ochenta la salsa tuvo un cambio muy notorio.

Es la época fuerte de los sonidos, el apogeo de la salsa en todos los barrios. Las bailadas en Tepito, los sonidos en el Peñón de los baños.

Bueno, pues lo que más se escuchaba en esos  años no era la salsa original (llamada después salsa dura o salsa gorda), sino una versión más ligera, tranquila, con ritmos más lentos y con letras que iban más bien por temas sentimentales. Lo que llamarían salsa romántica.

Quizá los que suponen un punto entre ambos estilos son los colombianos del Grupo Niche.

Nacido en Cali, Colombia, el grupo Niche junto con otro par de bárbaros del ritmo (Joe Arroyo y Oscar D’Leon, de Venezuela) le arrebató a Nueva York y al sonido cubano-puertorriqueño ser la cuna única de los mejores salseros. Con un ritmo menos agresivo (que algo le debe a la cumbia), no tocaron temas duros ni políticos como los neoyorquinos ni realizaron florituras musicales como La sonora ponceña. Un sólido pero bien controlado conjunto realizaron algunos de los temas más perdurables de toda la salsa y que darían paso a una página a veces renegada, otras enaltecida pero siempre bien bailada de la salsa.



Pero es injusto decir que fue el grupo Niche el que cambió la forma de hacer salsa. En realidad el momento en que se dejó de poner énfasis en los golpes rítmicos y más en la combinación de balada con arreglos salseros se dio tiempo después.

Ignoro cuál sea la primera grabación de salsa romántica, pero ya por los ochenta los sonidos impecablemente producidos de Eddie Santiago o Rey Ruiz sustituían a la bárbara rítmica de Hector Lavoe o a los sonidos agresivos de Willie Colón. Fania records vivió entonces una etapa de oscurecimiento.

Hablemos pues de Eddie Santiago.

Al escuchar a este salsero puertorriqueño y comparándolo con –digamos—Machito, podemos notar la diferencia entre la salsa romántica y la salsa dura. Un impecable arreglo; una producción en consola sin nada que pedirle a ninguna producción de rock. Asimismo, se nota el uso de los instrumentos de percusión como acompañamiento, no como el eje de la música. Las letras, excelentes baladas cantadas con una voz relajada, bien producida (escuchen también "Qué locura enamorarme de ti"). Pero ya estamos muy lejos de la explosión de alegría de los salseros originales.


Frankie Ruiz por otro lado es probablemente el padre de un subgénero (o eso dicen) llamado Salsa erótica. Yo la verdad no sé si hacer letras dicen que atrevidas y ponerlas en una salsa romántica puede ser un subgénero. En fin, lo cierto es que el Frankie tiene muchas buenas canciones ("Mi libertad", por ejemplo) que ya con algo encima bailo gustosa. Mi favorita es ésta, sin duda:


Por su parte, Jerry Rivera entró al mundo de la salsa romántica por la puerta grande. Este puertorriqueño, admirador declarado de Frankie Ruiz (a mí, sin embargo, me gusta más), a fines de los ochenta entró fuerte con canciones que creo todos recordamos como "Cuenta conmigo" o "Qué hay de malo". Por cierto, tiene una versión muy buena del tango "Yira Yira" (me gusta más, es que el tango no es lo mío, neta) y una versión también buena de "Mi libertad", gran canción de Frankie Ruiz. Por cierto, aunque me lo pidan, no hablo del plagio ese de la de las caderas; no vale la pena por lo obvio.


En fin, muchos salseros románticos hay. Y aunque es verdad que no son los maestros instrumentales que los originales de la Fania, ni hablar, tienen buenas canciones que de una u otra manera estarán siempre marcadas en nuestros genes (y en los bailes, ¿que no?, me cae que una fiesta no es tal si no ponen salsas). Ahí tienen a "Conciencia" de Gilberto Santa Rosa; o qué decir de Lalo Rodríguez y "Devórame otra vez". Por supuesto no puede faltar en cualquier fiesta esta:


En fin, que lo que ahora llaman "salsa" es en realidad un refrito de bajo octanaje (más todavía) de la salsa romántica. O sea: baladas con unos cuantos toques de ritmos salseros. Pero con una gran diferencia: los coros y las melodías ya no son memorables. En fin que Willie González o Maelo Ruiz no son sino la sombra de lo que fue la salsa en los ochenta. No son malos, pero pues ya no es lo mismo.

Además aparecieron personajes siniestros dizque salseros como el insoportable Marc Anthony (quien se atrevió a regrabar canciones de Héctor Lavoe) o Son by four.

En fin, veremos qué le depara el futuro a la salsa, quien al menos a nivel masivo, ya no tiene la preponderancia que antes, pero que en toda fiesta debe estar presente. Por lo mientras yo me despido con esta salsa romántica que, por su letra, podría haber sido firmada por un Rubén Blades.



Titania retrasada y con la cola entre las nalgas

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