miércoles, 1 de agosto de 2012

El club de los putazos

Después de enterarme de qué iban las actualizaciones de esta semana, me alegré de ser huevón y no mandar esto antes porque la película que saco del baúl de los recuerdos (que frase tan chafa) es de las más psicóticas que existan.

Basada en la novela homónima de Palahniuk, Fight club marcó un momento en las vidas de todos los que la vimos en su día. Sólo Kill Bill, Natural born Killers, Blair Witch project o The Matrix recuerdo que hayan causado tanto alboroto, al menos de mi adolescencia para acá. De todas esas definitivamente me quedo con la cinta de Fincher.

Fight Club comienza en un punto entre One flew over the cuckoo's nest y Trainspotting. Un yuppie venido a menos (Edward Norton), infeliz con su trabajo pero capaz de tragarse toda la mierda posible con tal de no perder su lamentable status se encuentra en uno de sus viajes por casualidad a un tal Tyler Durden (por el magnífico Bradd Pitt), un tipo valemadrista que se burla un poco de él, pero con el que lo une cierta amistad.

Al llegar a su casa, el personaje (sin nombre) encarnado por Norton se encuentra con que su departamento caro y todas sus pertenencias se han hecho polvo en un Big Bang que ni el acelerador de hadrones logrará recrear si no es con peligro para la vida humana. Allá van sus recuerdos plásticos (saludos a Héctor Lavoe), sus puffs, ropas italianas, minimalismo de clóset.

Inexplicablemente busca a Tyler Durden para que le haga compañía. En una de esas están cuando de repente de la nada empiezan a líarse a putazo limpio.

De ahí en adelante las cosas se suceden con rapidez: otros locos se unen a lo que ya entonces es llamado el Club de la pelea; el personaje principal renuncia a su trabajo (en una escena clavada de American Beauty, por cierto); Tyler Durden inicia una tormentosa y muy sexual relación con la misteriosa Marla Singer (Helena Bonham Carter antes de pasar a chingar cuanta película de Tim Burton haya). De pronto el club de la pelea se convierte en un semillero anarquista con planes para destruir a toda la civilización occidental (algo así como este pinche sitio).

El discurso de Durden todavía sigue animándome en momentos con frío y tristes (si no es que todos los momentos son así):

You're not your job. You're not how much money you have in the bank. You're not the car you drive. You're not the contents of your wallet. You're not your fucking khakis. You're the all-singing, all-dancing crap of the world. 

No eres tu trabajo. No eres qué tanto dinero tienes en el banco. No eres el carro que conduces. No eres el contenido de tu portafolios. No eres tus pinches pantalones caquis. Eres la mierda cantante y danzante del mundo.

Un discursito con obvias raíces nietzscheanas. A tal grado llegó la histeria que las buenasconsciencias de Estados Unidos sufrieron al ver el film que la misma Condolezza Rice (de infausta memoria) dijo que era una porquería antiamericana. A ver si con eso les dan ganas de verla.

Yo no creo que sea antiamericana. Por lo menos no más antiamericana que antirrusa, antichilena, antialemana, antitodo-este-pinche-mundo. Buena película para esas tardes.

Bueno, si alguno de ustedes no la ha visto, no le digo por qué es una película psicótica. Los que ya la vieron, veanla de nuevo. Pero en pirata, ¿eh?

Y recuerden que Tyler anda por ahí.



Oberon tirado en la cama

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