domingo, 17 de mayo de 2015

Este idioma




Este idioma brutalmente virgen
y no catequizado
que sin pasar por la palabra
salta del aullido hasta el canto;
este aire tan delgado
que avanza por los rulos del sibarita sin tocarlos,
este aire tan ancho como el aire
es mi tropa de esquiroles, mi batallón de choque,
mi sonaja para defenderme de los bieldos,
mi tanque guerrero para cruzar las avenidas de alacranes.

Este idioma no catequizado
dirime a besos y estocadas mis asuntos:
cien años de vivir lo hicieron una rosa,
una rosa y un testigo, un ojo abotonado
en la cerradura de las civilizaciones nacientes y caídas.

Es un idioma de amantes encerrados en la aurora,
una escafandra al rojo blanco
que sube a los postes sin alumbrado.
Algo sin silencio ni palabras,
en esencia repentino
como la erupción del ser en la palma de la mano
o un barco transportando al mar en la comba de sus velas.

Este idioma es sólo mío
cuando contiene lo que el cristal contiene,
cuando el hombre se desmaya y refluye
como un tronco o perfumado cetro
hacia la mano que empuña la creación entera.

Y eso es cuanto sé del idioma brutalmente virgen
y no catequizado, que va desde el grito hasta el himno
rozando apenas las palabras.




Cuentan que Marco Antonio Montes de Oca


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