lunes, 16 de mayo de 2016

Playas, ácidos y asesinos seriales

César Alain Cajero Sánchez

En los primeros años sesenta, cuando el rocanrol emitía sus últimos sonidos, cuando todavía no empezaba la invasión británica; hace aproximadamente 55 años, en 1961, los tres hermanos Wilson (Brian, Carl y Dennis) junto a su primo, Mike Love, y a un compañero de escuela, Al Jardine, formaron los Beach boys.

Desde entonces, los Beach boys han sido menospreciados (con no malas razones) al mismo tiempo que alabados (por razones no menos objetivas).

Las letras de sus primeros discos se han señalado como representativas de la falta total de preocupaciones de un estilo de vida tan hedonista como bobo; tan típico de la clase media del E.U. de la costa oeste como el mismo surf. Una serie de canciones sobre la diversión sobre las olas, las fiestas con quinceañeras y los autos. Los sueños de la WASP (como le llamaron años después) a todo lo que da. Diversión, diversión y diversión, era su himno.





Fuera de lo mal que me cae moralizarlo todo y que es una hipocresía juzgar a unos adolescentes por alabar cosas que la mayoría de la sociedad deseaba y desea, hay que tomar en cuenta los años en que esto sucedía. El rock and roll y las armonías de Motown estaban todavía en el aire, y de las letras sobre dieciseañeras, amores bebés y demás, a las que pergeñaban en ese momento los hermanos Wilson no había sino hormonas adolescentes y varios años menos de por medio.




Musicalmente la de los Chicos playeros era en ese entonces básicamente rock and roll con armonías vocales propias del jazz y del doo woop asimiladas a través de Motown. Es muy conocida la acusación de plagio de Chuck Berry a “Surfing USA” y en realidad es muy difícil señalar las diferencias entre ésta y su “Sweet Little sixteen” aparte de un trabajo de armonías vocales y una sensibilidad pop que la sabrosa crudeza del maestro Chuck no tiene.




Esto, que hoy sería motivo de escándalo en las redes sociales, a la distancia es comprensible. Los Beach boys (como los Beatles un poco después) marcaron el paso del rock al pop de los sesenta. La influencia era obvia y a veces descarada. Pero así como el cuarteto de Liverpool (junto a los Kinks, Rolling stones, The Who, Bob Dylan y Cream), ellos establecieron los géneros, sonidos y estilos que en gran parte todavía siguen sonando en la música popular en inglés.


Las grandiosas armonías vocálicas que, como quedó dicho, provienen de Motown y el jazz, tanto como de la tradición folk, fueron tratadas con la sensibilidad pop de Brian Wilson. Al día de hoy suenan tan frescas y emotivas como en su momento. Un juego de voces que va del júbilo de “I get around” a la tierna nostalgia que despierta “California girls”.



Medir la influencia de esta efectiva combinación de ritmo y melodía en la música posterior a los sesenta es casi imposible. Va de los Ramones a ABBA; de R.E.M. a Elton John y de Hüsker Du a The Poliphonic spree.

Los Ramones cambiaron las playas de California por las playas artificiales de Nueva York y desde ahí sacaron a la luz su punk que sigue siendo irresistible como el primer día. En él combinaron la energía del rock and roll y del garage con la agresividad naive de la adolescencia. Aunque aparentemente no hay en ellos nada más lejano a los Beach boys, podemos escuchar su influjo en la sensibilidad pop de sus primeros discos, así como en los coros. No hablo tan sólo de la conocida admiración de los miembros del grupo por los Beach boys y sus constantes covers a varias de sus canciones; tampoco de la afición de Joey por el surf. El eco de los Beach boys puede escucharse en su máximo esplendor en “Judy is a punk”, con ese coro que es como el sonido de las olas alrededor de la tabla de surf.



Es difícil aceptarlo para algunos (tanto como para los amantes de metal reconocer el influjo de The Kinks), pero el punk y el rock que en su momento llamaron alternativo (y que cada diez años es bautizado de nueva manera) tienen, además de los Velvet underground (quienes también admiraban al grupo de Brian Wilson), un ascendiente pop. Los Beach boys son una influencia tanto para los Pixies como para R.E.M. Husker Dü, Throwing muses, Guided by voices y hasta Sonic youth se han declarado fans del grupo de Brian Wilson. Basta oír las armonías de “Gigantic”, “Man of the moon”, “Not too son” o “Echos Myron” para constatar que esa mezcla de sonidos rítmicos con armonías vocales que tanto fascinó a los Ramones sigue siendo tan efectiva como cuando los Beach boys la hicieron por vez primera.





Mientras hacía este pequeño homenaje, escuchaba canciones perdidas y me encontré con dos grupos que hacía mucho no recordaba. Por un lado, The Concretes, ese grupo suizo que en pleno revival del garage a principios de siglo, al lado de los Strokes y The Hives, sacó una deliciosa canción que se me quedó grabada por las armonías vocales que le deben tanto a Motown como a los Beach boys, con esa combinación entre garage y pop.



Tal es el poder evocador de aquella mezcla que incluso se escuchó entre el cúmulo de bandas (no todas buenas) que surgieron a principios de siglo en el único sencillo que me parece digno de mención de ese grupo insufrible que fue (o es) The Vines. De todos los que surgieron por ese entonces me pareció en más prefabricado, menos original y sus miembros, sobre todo el cantante, el más posado e insoportable. Si (para mí, insisto) Axl Rose es la caricatura de las superestrellas del rock; The Vines me parecen la mala parodia de los grupos de inicios de los noventa.

Así y todo, les reconocí siempre la sensibilidad para sacar una canción como “Winning days”, con ese sonido inconfundible.



A fines de siglo, un grupo de chiflados religiosos en batas me recordaron a los Beach boys no sólo por su sonido, sino por la relación (no muy conocida en nuestro país) de Carl Wilson con Charles Manson. Así, la muy buena “Soldier girl” de The poliphonic spree; segundo grupo al que casi no recordaba y que encontré por casualidad tiene por un lado, los coros inconfundibles de los hermanos Wilson, pero también (además de la chifladura por lo “místico”), el sonido barroco que explotaría en Pet sounds.



Pet sounds cumple hoy medio siglo. El disco que los Beach boys compusieron inspirados en Rubber soul y que a su vez inspiraría Sgt. Peppers lonely heart clubs band. Personalmente prefiero al disco de los Beach boys que a los mencionados de los Beatles (lo mediría con Revolver) y me parece que su barroquismo instrumental ha sido más influyente que el de la llamada obra cumbre del cuarteto de Liverpool.


Las armonías vocales de los Beach boys se combinan con un sonido menos rítmico que el de sus primeros discos, pero no por ello menos efectivo. El barroquismo de la instrumentación influyó no sólo a los cuatro de Liverpool. Sus huellas se escuchan en grupos de rock ácido como Buffalo Springfield (y su suite deliciosa: “Broken arrow”), Pink Floyd (en su primer disco: The piper at the gates of dawn) e incluso en los Rollings stones de “Ruby Tuesday”.




El influjo de este sonido, sin embargo, no se quedó en los años sesenta. Un disco tan importante e innovador en su momento como el Ok computer de Radiohead tiene sonidos que remiten a la instrumentación de los Beach boys tanto como a los Beatles y a Pink floyd. Algunas de sus canciones recuerdan a los sonidos usados por los Beach boys a tal grado que podría decirse que “No surprises” es una “Wouldn’t it be nice” en versión pesadillesca.



Seguir hablando de la influencia de los Beach boys en la música popular, del pop barroco al indie y del progresivo al britpop sería cosa de nunca acabar (y no he hablado del pop, donde, en su vena folk, su huella va de ABBA al mejor Elton John). Para acabar, nada mejor para apreciar a este grandioso grupo que la “sinfonía de bolsillo”. No queda más que la belleza.



(y la semana pasada también se cumplieron 50 años del Blonde on Blonde de Dylan; pero hablar de él con un poco de propiedad, por su larguísima y fructífera trayectoria me llevaría semanas, meses… años)


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