miércoles, 30 de mayo de 2012


¿Dejarías el auto a mitad del tráfico?


Nos han dicho que la única palabra es una que no escogimos; que el único camino es uno que no recorreremos.

Todo lo que no esté dentro de ese camino se trata de una equivocación, un error profundo; significa atraso y miseria. No es necesario mirar esos horizontes, dialogar con esos pasados; con esos futuros; con ese otro presente.  Es natural pensarlo: toda cultura se afirma exaltando sus diferencias y presentándose como la única válida. La esclavitud y la matanza; las evangelizaciones y las humillaciones nacen de sabernos poseedores de la Verdad.

Para sacar a las personas de la miseria, del error, de la ignorancia, del hambre y del miedo hay que convertirlos en hombres de verdad; despertarlos, sacudirlos. Convertirlos en lo que somos nosotros. Para el salvo aquellos otros son ya enemigos de la palabra verdadera, ya seres dignos de lástima que hay que redimir.

Los discursos oficiales de todos los gobiernos no hacen sino repetir este pensamiento. Todo aquel que no haya conocido la verdad es un obstáculo para el futuro, para el desarrollo. Así, se habla constantemente de países avanzados; de personas desarrolladas y de economías consolidadas.

Estar desarrollados significa vivir tal y como una civilización a mediados del siglo XVIII creyó que debía ser el mundo. Vivir significa conocer esa palabra.

Nada de esto es nuevo. Ya los griegos miraron con desprecio en un gesto de orgullo a todos los otros pueblos; los pueblos bíblicos hablan de la elección divina; las grandes teocracias de América conocían su destino por el linaje de dioses. Los pueblos escriben su nombre apartándose de los otros; escriben su nombre con el puño; con la sangre.

Sin embargo hay formas de que aquellos otros, apenas si hombres, se conviertan a la verdadera humanidad. La evangelización ya no pregona la victoria de una raza o de un pueblo, sino de un mensaje. La transmisión de esta Verdad es la alegría de todo el universo.

No todos los pueblos han conocido el mensaje evangelizador. Algunos han respondido simplemente con la soberbia; otros, seguros de su espacio, han dejado que este mensaje fluyese naturalmente, sin necesidad de imponerlo a la fuerza; otros sin tener apenas contacto con otras culturas naturalmente crearon una cosmogonía completa. Pero todas, al entrar en contacto con otros grupos humanos, han tenido que reafirmarse de alguna manera en su diferencia. Benditos aquellos que no se han encontrado de repente en el espejo vacío de los ojos desconocidos. Aún no se saben en posesión de la Verdad.

La evangelización más brutal que ha conocido el mundo es la surgida en el siglo XVII. Se ha insistido una y otra vez en que ese momento significó la ruptura de las cadenas. La libertad y el pensamiento libre sobre la mentira y la esclavitud. Resulta claro: ese mundo es perfecto porque es el nuestro: el que consideramos real. Reemplazar las antiguas cadenas por otras; más férreas.

La evangelización más brutal que ha conocido la humanidad no es menos ambiciosa que algunos anteriores intentos. El ejemplo más conocido: el cristianismo. Una verdad completa; una verdad para todos y que a todos ofrece romper las cadenas. Una alegría y una bendición para liberar a los hombres y al mismo universo. El triunfo ante la muerte.

Menos ambiciosos, los romanos y los griegos del imperio no pretendían iluminar las almas. Menos generosos, también.

Y es que la evangelización nace de querer compartir ese principio que hemos encontrado. Por eso una religión o una ideología que se pretenda absoluta no pueden reaccionar con la ironía o el  estoicismo, sino con la gratitud hacia el universo todo. Vemos la luz y queremos que todos la admiren. No procedieron de otra manera los evangelistas cristianos. Algunos han denostado su falta de principios y la manera en que retomaron tradiciones y creencias de otros pueblos. Quizá demasiado ingenuos, les faltó, en parte por su contacto con las grandes civilizaciones clásicas, furor y delirio. Yo celebro esa ingenuidad porque al menos en gran parte evitó la destrucción de muchos mundos. La cristiandad es tan diversa como los lugares en los que se implantó. Debilidad ante el mundo del Islam, aislado en una Arabia que no conoció sino mucho después a Platón o a Homero, pero no menor en ningún caso su generosidad y su gloria: querer brindar la salvación a los infieles.

Brindar la salvación y la horca.

Pero la evangelización más brutal que ha conocido esta era no es la de los cruzados musulmanes o cristianos. Débiles; sus creencias conquistaron medio mundo; pero cedieron. La India resistió el dominio musulmán; los pueblos indígenas crearon una nueva religión y sus ritos persistieron; partes del mundo quedaron aisladas. Por su parte, el budismo conquistó el extremo oriental, pero convivió con otras formas de pensar; se nutrió de esas otras voces.

La evangelización completa tenía que venir de occidente: la civilización de las verdades únicas. Europa y el siglo XVII. La nueva Verdad es el progreso, la técnica, la eficiencia. Podemos conocer al cosmos. Es verdad, los antiguos decían ya haber encontrado esa llave; pero sus soluciones y sus ritos ofrecen un punto muerto; ofrecen resistencia al análisis; ofrecen puerta a los dioses.

Matar a los dioses; robarles un poder mediocre es la manera en que nació el nuevo evangelio. No la vida eterna, sino el futuro. El futuro, el desarrollo; tener más cosas; poseer más territorio; dominar más cuerpos. Es el pensamiento masculino llevado a la máquina: ser es poseer; dominar otros cuerpos y en última instancia, el propio.

Es el pensamiento del piadoso y del que desprecia al cuerpo. No más desperdicios en celebraciones; no más gloria corporal. No más dejar residuos al intelecto.

Y nuestro mundo, nuestros gobiernos han seguido esa orden.

Ningún lugar del mundo directa o indirectamente escapó a ese pensamiento quizá porque no había habido nunca tanto contacto entre culturas. Quizá un cristianismo o un Islam con 4000 millones de seres humanos a su disposición hubieran podido alcanzar tal gloria. No fue esa su suerte.

Los que no creen en ese mundo son errores; son pobres almas que hay que convencer de nuestra Verdad; hacerles ver la luz. Azotarlos en su búsqueda de la verdad; con sangre y fuego si es necesario. Que dejen de ser; que sean como nosotros; que por fin sean verdaderos seres humanos.

Pensar que somos más libres que hace siglos es en verdad risible. Claro, no están los látigos y las excomuniones; sí existe el ostracismo, la burla, la humillación y en el caso de los prostrados y creyentes, el trabajo eterno y la sed.

¿Será más desgraciado un hombre esclavizado a horas frente a un monitor para conseguir unas cuantas monedas que un siervo medieval que debe dar la mitad de su cosecha a un noble? Tenemos más cosas, cierto. Tenemos más cosas a las que aferrarnos porque ellas son ahora nuestra alma. Y escapar es imposible porque tendríamos que dejar todas nuestras pertenencias detrás. La libertad; en verdad, señores; el triunfo de la libertad. Me pregunto si alguien se ha preguntado  si somos más felices ahora que en el despuntar de la consciencia; si es más feliz un hombre que camina en el asfalto entre los rostros vacíos o el que se dirige a la cacería en la sabana. ¿Y si no somos más felices, qué somos? Basta: tenemos más cosas y la Verdad ha triunfado.

Pero no seamos dramáticos. Escapar es infantil; seamos serios por una vez. ¿Escapar a dónde?

¿Quiénes viven de manera diferente? El orden hay llegado a todas partes.

Hace unos días en la ciudad de México se organizó un concierto para llamar la atención de los medios hacia ciertos asuntos relacionados con la comunidad wirrárika. No creo necesario decir cuál es ese asunto; un problema gravísimo que amenaza con acabar con su identidad y su forma de vida.

Resulta sintomático que ningún medio haya tomado con apenas seriedad el asunto. Las consignas indígenas no están ya en actualidad. Ya hay derechos para esos pueblos y leyes; que sigan ellos allá; que sigan o que se integren a nosotros. Pero si tenemos elecciones, qué más dan unos cuantos gritos y caminatas.

La educación intercultural fue una respuesta si se quiere incompleta a aquel sacudimiento que significó la aparición del EZLN. Pero esos ecos hoy ya son muy lejanos. Nadie piensa ya en aquellos otros. Vi con desconfianza el movimiento, sobre todo por algunos de sus líderes más visibles; su oportunismo. Lo peor: sus seguidores urbanos; quienes confundían el discurso de las comunidades con fantasías racistas. Sospechaba que en cualquier momento irían con el nuevo líder en turno y que el discurso se olvidaría.

Ya existen leyes. Leyes que en la realidad nunca se practican: tres oficinas de asuntos interculturales y no tenemos todavía un solo programa que llegue a todas las comunidades. Cientos de miles de pesos para editar libros que se pudren en bodegas o que, de salir de ellas, nunca se utilizan, ya porque el maestro mismo no sabe cómo usarlos o porque no quiere perpetuar la ignorancia. Hijo de nuestro tiempo: la ignorancia, los nuevos intocables; la ignorancia, los leprosos; la ignorancia, hablar una lengua indígena, no ser moderno.

A estas alturas lo más valioso de ese movimiento son las comunidades autónomas.

No se puede asegurar que las formas de vida de esos otros pueblos sean mejores  que la nuestra. Sin embargo representan algo quizá tan o más importante: la pluralidad de voces; las diferentes perspectivas del mundo. Si el terror y la sangre nacen con el encuentro, también es verdad que sin ese descubrimiento tampoco puede existir el diálogo. No puede existir la tolerancia. No; no un mundo de cientos de culturas amalgamadas pero mucho menos un mundo donde una sola cultura haya destruido a todas las demás. Tolerancia en la diferencia; diálogo y respeto. Conocimiento pero también sensibilidad ante otras miradas.

No hay que pensar que los indígenas son víctimas. No es así. En realidad muchos de ellos gustosamente cambiarían sus costumbres por las nuestras. Y lo están haciendo. No por inferioridad de su cultura, sino porque lo que grita por todas partes nuestra cultura (la dominante, al menos en cuanto a estructura política, a penetración en verdad mundial y a dominación violenta) es que la suya es un error; que es un atraso. Si no oficialmente, sí en la práctica. Contra eso ninguna ley puede hacer mucho.


Hay que verlo: seamos sinceros, ¿alguno dejaría su espacio por el de ellos?, ¿no es verdad que nuestra —nuestra— cultura nos ha convencido de que es la Verdadera? No son ellos las víctimas; en todo caso todos lo somos. Y somos nosotros los que forjamos nuestras cadenas; olvidamos lo que era un juego al principio y hoy es nuestra cárcel.

Wirikuta: un nombre que pronto olvidarán. Los jóvenes, los rebeldes, los estudiantes; todos terminarán en la misma cadena. Wirikuta, un nombre que sonó en estos tiempos un poco más. Como no sonará el nombre de los awá, de los penans, de los runixa ngiigua en comunidades sin agua. Todo porque ellos no son reconocibles para los amigos de la tierra; para esa rebeldía de nombre. Los que van al desierto a “encontrarse a sí mismos” y desacralizan lo que es el ritual central de una comunidad; igual que los hongos en la sierra mazateca, la carne de dios convertida en una droga.

¿Qué hubieran hecho los católicos si alguien actuara de esa manera con su divina hostia?

Pero no lo olviden, no hay que preocuparse: ellos no saben nada. No saben que en Verdad los dioses no son sino cristales de mezcalina (aunque podrían decirnos que nosotros no sabemos que esos cristales son los dioses).

No dudo que en ese movimiento haya personas que se unieron al discurso del pueblo wirrárika en buena fe. No soy quien para juzgar a justos y pecadores. Ojalá me equivoque. Ojalá en verdad quieran escuchar lo que ellos dicen.

Dejar por un momento nuestras pertenencias. Despojarnos de nuestra Verdad. Desnudos sufrir al mundo.


César A. Cajero Sánchez

Mi casa




Sorpresa
después de tanto
 de un amor

Creía haberlo derramado 
por este mundo




De aquel Giuseppe Ungaretti

El camino


En Palenque un paquete de cigarros cuesta 40 pesos.

Por todas partes hay tzeltales. A pesar de que el tzeltal y el ch’ol son lenguas relacionadas, apenas puedo descifrar una que otra palabra.
Me siento junto a un muchacho. Después de algunos minutos llegan sus amigos; jeans, tenis; gorras con logotipos de Nike y WWE. A su lado tres muchachas; vestido largo y blusas bordadas. Todos hablan tzeltal.

Mañana es domingo de ramos.

Son cuatro horas, cinco horas para llegar de Palenque a San Cristóbal de las Casas. Veo por las ventanas los bosques de cedro, guano, caoba y ceibas u otro mundo; uno de oyameles y pinos bordados de orquídeas.
A lo largo del camino también cambian las personas: eran los vestidos largos y las blusas bordadas en el cuello; después blusas largas y sueltas, con bordados verticales y a veces el cabello trenzado con largas cintas de colores. Una vez en los bosques fríos las blusas mudaron a otoño: todo colores pardos y oscuros; faldas de lana negra. Desde antes de llegar a Ocosingo descubrí muros con descoloridas leyendas neozapatistas.  Alguna ajada manta que reivindica la posesión de la tierra y ahuyenta a las transnacionales luce junto a un pequeño autoservicio.

Además de las mantas, pronto descubrí que una anónima mano dejó en los caminos una vez y otra mensajes en los que se alaba a Jesucristo.

Por espacio de varios kilómetros los mensajes evangélicos esperan en las cañadas y piedras del camino junto a varios letreros zapatistas. No me sorprende: recuerdo que los de la Casa del obrero mundial se decepcionaron al ver a los zapatistas originales mendigar una tortilla "por el amor de Dios". En lo personal pienso que esos sindicalistas eran muy payasos.

San Cristóbal es un lugar de clima frío comparado con Tabasco o Palenque. Todo se encuentra invadido por el turismo. 
Busco una posada y no hay lugar que esté debajo de 400 pesos la noche. Ofrecen televisión por cable y baño con sauna. Los letreros están en inglés y aceptan Visa. Lo bueno es que sé inglés y tengo Visa. Lo malo es que no tienen idea de lo que es una posada y que mi escaso salario no da para gastar pesos de más.

Después de caminar muy lejos del turismo encuentro un lugar aceptable. Junto al mercado —lejos del centro— hay muchos tzotziles y algunos tzeltales. Venden fruta , elotes asados, miel y palamas para el domingo de ramos.

Compro un elote y una palma.

Voy al centro de la ciudad y al lado de la catedral; fotografiados por extáticos turistas —entre ellos destaca un rubio con un sarakof; a su lado una muchacha con turbante sikh— unos jóvenes hacen una supuesta danza azteca. En otro lugar, un muchacho visiblemente delgado recibe aplausos mientras toca su didgeridoo. Bueno, los turistas vinieron a ver algo exótico.

Dicen que el turismo deja dinero y que ayuda a los indígenas pobres. Lo primero no lo dudo. De lo segundo guardo dudas. Dinero hay, pero por lo que veo, la mayoría lo absorben negocios como Maya’s pizzas & burritos. Claro, los turistas compran muchas artesanías, pero, ¿en verdad les irá mejor que cuando mercaban animales, frutas y tejidos?

He decidido no ir mañana a San Juan Chamula. Será el lunes.

Me siento en los escalones de la catedral. Dentro de unos minutos habrá misa. Tres jóvenes ch’oles con los ojos embotados se sientan junto a mí. Hablando en la lengua dicen que va a ir a beber. Uno de ellos, que no ha escuchado bien pregunta “¿a cotorrear?”. Se ajusta sus guangoches jeans; escupe y enciende un celular  que difunde los sonidos de una canción de Huracán de Sinaloa. Orgulloso asegura “salen en la tele; ésta sí es música”. Uno de los muchachos saca de su mochila una cerveza y la beben con mucho escándalo. De repente dos de ellos se levantan entre risas. “Si comes indio, quítale los huaraches, chavo”. El que no le quita los huaraches a lo que come se incorpora; mira alrededor y dice:

“Oye, mañana es domingo de ramos”.



César A. Cajero Sánchez

Sus labios sabían a Cherry Cola



En 1964 un grupo sacó una peculiarmente rasposa versión de una entonces no tan antigua canción rocarolera. Fuera de la crudeza casi punk de dicha versión, sería difícil decir en ese momento que ese grupo estaba destinado a ser modelo de tantos grupos como los más famosos Beatles.

El par de hermanos peleoneros originales no fueron los hermanitos Gallagher; los originales creadores del sonido de la distorsión no fue ni Black sabbath ni los Velvet underground; el sonido duro y rasposo no fue idea de los Sex Pistols; las letras sardónicas tampoco fueron usadas por vez primera ni por Damon ASlbarn ni por Paul Weller ni siquiera por Frank Zappa.

Los originales hermanos rocanroleros: Ray y Dave Davies junto a Pete Quaife Y Mick Avory. Sin más, los Kinks.

    

Las primeras canciones de este par de novios míos (por eso se peleaban, para que se vayan enterando) son unas fuertes y muy bailables canciones de rock. A diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, los Kinks no trataban de seguir los pasos de los ya entonces muy conocidos Escarabajos. Tampoco les interesaba el sonido de blanco queriendo ser negro de los magníficos Rolling stones. Lo suyo era la fuerza. Una fuerza que, debo decirlo con todo pesar, ni siquiera las leyendas del mod The Who alcanzaron ni siquiera rompiendo todas sus guitarras. Hay que pensar que a finales de ese mismo 1964 sacaron estas dos canciones. Ahora sí ya con ese estilo agresivo pero al mismo tiempo muy británico (¿no suelen ser así: agresivos y al mismo tiempo flemáticos; cómicos y tristes?).





En 1965 apareció una de las canciones más extrañas producidas en esas fechas. El sonido ya consolidado de los Kinks, pleno de distorsión se mezcla con un ritmo lento y una voz somnolienta. Las letras de Ray Davies siguen siendo convencionales, pero esta canción, a pesar de ser un sencillo que ahora nos parece convencional, fue un verdadero parteaguas. "Tired of waiting" es una de las mejores canciones de rock de todos los tiempos.



Sin embargo es en ese mismo 1965 que los Kinks toman el sello letrístico personal que habría de diferenciarlos de sus contemporáneos. En efecto, en esa fecha sale "A well respected man". Una canción que junto con un estilo juguetón y desenfadado, paradójicamente mucho más pop que sus trabajos previos, hace una cruel ironía del hombre trabajador y de la ideología del mundo de mediados del siglo XX (y que hoy puede aplicarse exactamente igual que en ese entonces). Por cierto, hay una buena versión en español, pero cambia todo el sentido de la letra. Como no encontré traducciones y en realidad son bastantes canciones para hacerla; pongo esta versión con la letra en inglés.



Dedicarle a cada una de los sencillos que marcaron un giro en la historia de los Kinks y de la música sería imposible. Pero hablemos de algunos de ellos.

En junio de 1966, en uno de los primeros albums conceptuales que se conozcan, sale la maravillosa "Sunny afternoon". El estilo de los Kinks ha cambiado mucho en sólo un año y ahora la furia ha sido contenida. Las letras irónicas continúan, aunque ahora son más sutiles. "Sunny afternoon", una canción que remite tanto al cabaret como a lo que años después harían Procol Harum o los mismos Beatles. O a los experimentos sonoros del primer Pink floyd.


Los Kinks fueron muy ajenos, empero, a las tendencias de la música de los sesenta. No hay en ellos apenas asomo de la estética hippie. A pesar de haber atenuado la agresividad de su sonido (cosa que también hicieron The Who y los Small faces y, por otra parte, los Rolling Stones), las letras desencantadas los ponen muy lejos de lo que para ese entonces hacían los Beatles o todo el movimiento de música de la costa oeste de los Estados Unidos. Nada más perfecto para mostrar esas diferencias que "Waterloo sunset". Un desencanto que, por otra parte, tampoco remitía a la ferocidad de la entonces naciente Velvet Underground o a los Doors. Un desencanto muy inglés, lánguido y a veces tierno.



Los siguientes albums de los sesenta a pesar de ser magníficos en general como trabajos completos, no tienen sencillos visibles a destacar. Ni The Kinks are the Village Green Preservation Society ni Arthur (Or the Decline and Fall of the British Empire) contienen sencillos con la fuerza de otros discos. Algo en lo que casi todos los grupos que para entonces decidieron hacer albums conceptuales mantuvieron.

No es quizá sino hasta 1971 (a pesar de la existencia de muy buenas canciones, como "Apeman", "Plastic man" o "Shangri La" que los Kinkis lanzan una canción que a partir de entonces quedaría en las mentes de todos. "Lola", ese himno juguetón a los trasvestis. Y de nuevo, esas letras irónicas y ese estilo que ya para entonces había desplazado a los primeros sonidos abrasivos de la guitarra de Dave Davies, con quien su hermano, Ray había tenido tantos desencuentros (incluso hay ediciones de Face to Face donde "Death of a clown se le atribuye a Ray cuando el autor es su hermano).


La carrera de los Kinks, durante el resto de los setenta, se vio oscurecida y eclipsada. Óperas rock, albums conceptuales no del todo cuajados. No es sino hasta la segunda mitad de esa década que el movimiento punk junto con el revival del mod hacen que vivan un segundo resurgimiento. Pero ya nada sería lo mismo.

De todos los grupos que siguieron sus pasos, creo que en pocos podemos encontrar el balance entre la furia y la ironía como en The Jam y Blur.

A mitad de los setenta y en el torbellino del movimiento punk (que tanto le debe a los Kinks), apareció un grupo que inmediatamente admite sus raíces en la música de los Kinks. The Jam lima las asperezas del punk y realiza una ironía que aunque provenía del mismo escupitajo a la sociedad de las demás bandas de su tiempo, tiene la suficiente astucia para hacerlo con una sonrisa en los labios. Aquí pongo una canción del  grupo de Paul Weller.



Por su parte Blur, de todos los grupos surgidos en los noventa es el que tiene un influjo directo del grupo de los hermanos Davies.



God save the Kinks.



Esa Titania



Caminemos libres sobre grandes extensiones,
sobre la tierra germinando trigos y frutos;
bajo inmensos árboles, cielos sin ataduras.


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7j0Mt-4-KjXy4LmYN4OTcB7TDSNC88fTRXc4w0B37MuArPfACI2v7Cn3XsFu75gtYIgd2ydf-Q9Ryl3jR2hQ2yQyYUDaauPkhrKQJgNl1UUpPkZ0Boe3io8dkuakvnCuISEsQlWUnQtRY/s1600/cruce-de-caminos.jpgBajo la lluvia el sol, los vientos
que traen voces de mujeres en la vendimia,
que traen brisas del mar indomable.

Más allá de los hombres y sus palabras,
de los ojos vaciados de horizontes; de las horas vacías.
Bailemos más allá de las edades.
Bebamos de todos los ríos al Sol desnudos.

Hablo de mi vida solamente; no de multitudes.
Nadie más importa.
Nadie más; vivamos.

La noche y sus pasos en el agua
son nuestros pasos. El viento y sus corceles
son nuestra risa y nuestra danza.
Vivamos; de nadie más es esta tierra.
Hagamos surgir cantos, midamos
con siglos nuestros cuerpos; las risas,
el Sol, el mar abierto.
 
Dejemos las puertas abiertas de toda casa,
de todo mundo y baile.
Vendrán los días, los niños,
                  los vientos con su serenata;
los jóvenes, los arces y su vigor de noche.
Vendrán las noches y sus enamorados.
Las puertas abiertas donde nos verán danzar
y derramar los vinos,
devorar mieles y granadas.

Dejemos las puertas abiertas
para que en nuestra danza caminen horizontes,
para que nuestros ojos crezcan mares y montañas.

Las puertas abiertas —caminemos, bailemos—
para cualquiera que no sea multitudes
ni hombres con metros y relojes.

Que nadie trabaje.

Caminemos, cantemos. Es nuestra danza.
Midamos nuestros cuerpos con la luz y su hilo
para ver que nada es suficiente;
dejemos atrás a los hombres.
Cantemos, batamos palmas bajo la ceiba,
seamos el árbol y el rayo.

Nadie, que nadie más importa.

Y los dioses niños verán nuestra casa
henchida de vinos dulces sobre el mundo
queriendo habitarla.

Nunca, esperen su turno!, esta vida es nuestra danza.
Bebamos la copa del mar y nuestra embriaguez
será un león despierto a media noche;
bebamos la sal de nuestros cuerpos
y a nuestra danza vendrán el ciervo y la tigresa.

Caminemos;
hagan sonar la música!
Que el mundo entero pase por nuestras miradas;
recibamos en ellos las flores, las horas.

Vivamos nuestra danza con las puertas abiertas
—no las multitudes; dos nosotros;
             egoístas del banquete y de sus vinos.
 
Dejemos atrás a los hombres
y sus almas serias, con vestidos
  de planta muerta y palabras.

Entren los niños, los niños, las palomas,
las dos ciervas, los tigres, mis dioses desnudos.

Miren, contemplen mi vida y esta danza.

Mírenme recorrer los mares
con cantos; los bailes.

Miren; esa mujer de dos ríos
y la higuera encendida; noche desnuda y de pie.

Caminemos.

Dejemos atrás nuestras ropas;
cárcel de la vida y ahogo;
dejemos a la orilla del mar nuestras ropas.

En el mar entremos como dos cuerpos;
una sola danza; como dos deseos
y dos labios como un blasón florido.

Dejemos atrás al dios de las aguas
y sus legiones de coral y oros.
Vivamos.
Dejémosles saber que la inmortalidad
no es nuestra
y esta vida es de nosotros
ya un baile; ya un canto.

Caminemos más allá de hombres y nuestros dioses;
bebamos al sol los ríos; desnudos,
 lúbricos, perezosos; batiendo palmas!


 César A. Cajero, Mediodía, verano, 2010
 
Cosecha robada.
El secuestro del suministro mundial de alimentos
(Fragmentos)


Las semillas, para el campesino, no constituyen únicamente la fuente de futuras plantas y alimentos: son el lugar en el que se almacenan la cultura y la historia. Las semillas son el primer eslabón de la cadena  alimentaria. Las semillas son el máximo símbolo de la seguridad alimentaria.

[...]
El libre intercambio entre agricultores se extiende más allá del mero intercambio de semillas. Incluye intercambio de ideas y de conocimientos, de cultura y de herencia. Se trata de una acumulación de tradición, de una acumulación de conocimientos sobre cómo trabajar esa semilla. Los agricultores aprenden qué plantas quieren cultivar en el futuro viéndolas crecer en el campo de otros agricultores.

El arroz tiene un significado religioso en la mayor parte del país [India] y es un componente esencial de la mayoría de festivales religiosos. [:..]

Lo primero que se hace con las nuevas semillas es rendirles culto. Sólo entonces se procede a plantarlas. también se les rinde culto a las nuevas cosechas antes de consumirlas. Los festivales que se celebran antes de la siembra, al igual que los festivales de las cosechas, que se celebran en los propios campos, simbolizan la intimidad de las personas con la naturaleza. Para el agricultor, el campo es la madre. Rendirle culto al campo es una señal de gratitud hacia la tierra, la cual, como madre, da alimento a los millones de formas de vida que son hijas suyas.

Pero los nuevos regímenes de derechos de propiedad intelectual, que están siendo universalizados mediante el Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual Relacionada con el Comercio de la OMC, están permitiendo a las grandes compañías usurpar los conocimientos sobre las semillas y monopolizarlos al reclamarlos como su propiedad privada.

[...]

Cuando se introdujeron en la India las políticas de liberalización del comercio en 1991, el secretario de agricultura afirmó que "la seguridad alimentaria no consiste en tener comida en los almacenes, sino dólares en el bolsillo". Se ha argumentado repetidas veces que la seguridad alimentaria no depende de la "autosuficiencia" alimentaria (de que se cultiven alimentos para el consumo local), sino de la "independencia" alimentaria (para comprar tu comida en los mercados internacionales).

[...]

Dado que el Banco Mundial está aconsejando a todos los países que abandonen las políticas de "comida antes de nada" por las de "exportaciones antes de nada", todos estos países acaban compitiendo entre sí y los precios de [los] artículos de lujo se desploman. [...] La consecuencia de todo ello es que las exportaciones aportan menos ingresos y las importaciones cuestan más. Como se le recomienda al tercer mundo que deje de cultivar alimentos y que compre la comida en los mercados internacionales exportando cultivos comerciales, el proceso de globalización conduce a una situación en la que las sociedades agrícolas del Sur se vuelven cada vez más dependientes de las importaciones de alimentos importados.

[...]

[...] Así, compañías como Cargill y Monsanto consideran que tanto el tejido como los ciclos de renovación de la naturaleza suponen un "robo" de su propiedad. Durante el debate que suscitó la entrada de Cargill en la India en 1992, el presidente de Cargill afirmó: "A los agricultores indios les traemos tecnologías inteligente, que impiden que las abejas les usurpen el polen". Durante las negociaciones del Protocolo de Bioseguridad de las Naciones Unidas, Monsanto distribuyó folletos en los que se afdirmaba que "las malas hierbas roban la luz del sol". Una visión del mundo en el que se define a la polinización como "un robo por parte de las abejas" y en la que se afirma que las plantas "roban" la luz del sol, está destinada a robar la cosecha de la naturaleza sustituyendo variedades abiertas y polinizadas por híbridos y semillas estériles, y destruyendo la flora biodiversa con herbicidas como el Roundup de Monsanto.

Ésa no deja de ser una visión del muindo fundamentada en la escasez. Una cosmovisión de la abundancia es la cosmovisión de las mujeres de la India, que dejan comida para las hormigas a la entrada de sus casas, creando para ello incluso las más bellas formas artísticas (kolams, mandalas y rangoli), que confeccionan con harina de arroz. La abundancia es la visión del mundo de las mujeres campesinas que tejen hermosos motivos con arroz para los pájaros y los cuelgan cuando éstos no encuentran grano en los campos. Tal perspectiva de la abundancia reconoce que, si damos comida a otros seres y especies, mantenemos las condiciones de nuestra propia seguridad alimentaria. Es el mismo reconocimiento recogido en el Isho Upanishad, según el cual el universo es una creación del poder supremo para que de él se beneficie (toda) la creación. Cada forma de vida individual debe aprender a disfrutar de esos beneficios cultivando una parte del sistema en estrecha relación con otras especies. [...]

Desde la cosmovisión ecológica, cuando consumimos más de lo que necesitamos o cuando explotamos la naturaleza en base a principios de codicia, estamos cometiendo un robo. Desde la perspectiva, contraria a la vida, de las agroempresas, el que la naturaleza se renueve y se mantenga a sí mismo es un robo. Esa visión del mundo sustituye la abundancia por la escasez, la fertilidad por la esterilidad. Convierte el robo a la naturaleza como un imperativo del mercado y lo oculta tras un cálculo de eficiencia y de productividad.



Vandana Shiva

lunes, 21 de mayo de 2012


Romper los muros


Es primero una respiración inversa; a medias suspiro profundo, a medias ahogo repentino. Como un velo que se descorriese; como una borrachera de golpe a los ojos. El primer ataque de la risa es directo y sin aviso.

La risa: la emoción más humana junto con el amor es al mismo tiempo la más natural, la más impensada. No hay inteligencia en la risa. No hay razón y por eso la risa es la mayor razón de todas.

Los animales no ríen y la hiena en su loco aullido aterra no por su mirada vacía, sino por parecerse demasiado a nosotros. Ser doble y hermana.

No hay razón en la risa y aquel que pretende reír con inteligencia no logra sino una lejana parodia. La risa puede empezar por la razón, pero disuelve en su clímax todo pensamiento. Ay de aquel que no ha sido bendecido con ese fuego que de repente entra en el pecho y desgarra el vientre. Morirse de risa como morirse de amor es privilegio, de dioses, santos y locos. Sólo ellos han sido hombres hasta el límite; sólo ellos han sido hombres hasta dejar atrás al hombre que hemos sido.

Hemos sido hombres; el tipo de sombras que la sociedad exige de nosotros. El político no quiere la risa; el hombre de negocios no tolera la risa; el sacerdote a oscuras no quiere oír la risa. El trabajo no soporta la risa. Es un desperdicio de fuerza y energía; un derroche. Después de ella no quedan sino el juego y el sueño. La risa: ese cruel fuego que disuelve los castillos de la razón; las cadenas. Ese tiempo al revés donde el cuerpo deja de pesar; donde el tiempo vuela y es rayo que cae de repente.

Golpe santo de la risa; bofetada a los hombres con reglas en la mano y sus límites. La moral no cuenta para la risa. No se puede reír educadamente; no se puede jugar guardando la compostura. Tememos a las risas porque en ellas están escritas formas donde nuestro mundo cómodo y lleno de límites se desmorona.

Más que a la risa yo le temería a quien es incapaz de reírse. Aquel que no conoce esa dulce daga le teme a todo dolor e, incapaz de ver otros lugares del ahora, vive del cálculo y la cobardía. Vive pendiente de las emociones de los demás para imitarlas y reverenciarlas. Él mismo no hace sino simulacros de una vida.

Lástima que el amor no tenga ese sabor sin culpa; lástima que en el amor se nos haya educado en el miedo, en el pecado y en la preocupación fingida.

El amor también llega de repente; es otra llama; una que invita al desnudo, que invita a los labios y al hambre. Llama de sangre y luto. Tal vez pensamos en él tanto, lo medimos; pesamos cada uno de sus pasos porque sentimos que en él se nos va la vida. En cambio la risa es de repente un relámpago. Llega, nos sacude y nos deja vacíos, con la mente en blanco. El éxtasis de las santas debe ser lo más parecido a la risa; un amor donde no esperamos. Un regalo.

Habría que quitar al amor el peso de nuestras esperas.

Se puede fingir amor, se puede obtener una vida de esa parodia. Brinda tranquilidad, compañía. La risa es espontánea y hieden las sonrisas falsas junto a las risas de sociedad. De ellas sombras no se obtiene nada; quizá por eso buscamos más un amor falso que una risa comprada.

La sonrisa es a la carcajada lo que la caricia es al orgasmo. Pero la sonrisa tiene un río por dentro que los años van turbando. La sonrisa más clara es la del niño. Bendito quien conserve en su mirada ese asombro.

En nuestro mundo confundimos a la sonrisa con la amabilidad al mismo tiempo que confundimos la carcajada con la grosería y la vergüenza.

Tal vez tenga algo de razón esta idea. La sonrisa es todavía caricia y asombro; las carcajada nos sacude, arranca los ropajes de la gente de bien que pretendemos ser. No hay nada más grosero para los hipócritas que todo lo toman con seriedad y con cautela. No hay ya respeto ni orden.

De todas las emociones, pocas son las que nos vacían de fondo como la risa. El llanto profundo; ese llanto incontrolable que parece aullido y canto también es profundidad y marea. Y no es casual que a veces de ese llanto surja la risa y de una carcajada nazcan las lágrimas.
El orgasmo y el gemido tanto como el dolor y el vacío son la otra cara de la risa. Son esos instantes y una mañana después de la lluvia en los que hemos en verdad vivido.

Todas esas emociones vulgares; todos esos ejercicios sin motivo no nos dejan nada. Por eso en nuestro mundo nos avergonzamos y escondemos. El llanto debe ocultarse; es castigo y esas heridas del cuerpo deben ocultarse; refugio solitario. El orgasmo y el jadeo temen al hombre: cuando a mitad del deseo formulamos un pensamiento, la magia se ha roto. Emoción incorrecta, la más humana de las pasiones no puede ser silenciada. Pero aunque no lo confesamos, aquel que ríe en público nos amenaza; ha lanzado un golpe: sólo él se atrevió a ser humano. Sólo él se atrevió a danzar en público el antiguo rito. Sólo él se escapó de la moral y el castigo. Santo o loco, él ya no es como nosotros.

Pero la risa no se brinda a todos. No se nos da esa gracia en todo momento. La risa entera: ese viento incontrolable es contado pocas veces. Yo recuerdo sin dificultad todas mis carcajadas. Diez o veinte en los últimos años. Esas ocasiones en que incapaz de mantenerme de pie debo arrojarme al suelo sin pensar, rogando sin palabras por ese placer. Una o dos veces cada año. Esa risa asocial; sin pensamiento. Tal vez tengamos desde antes de nacer todos nuestros amores escritos; sin duda también la risa es una gracia que debemos atesorar regalándola, despilfarrándola. Avaro, el río enorme regala su pereza y su furia.

La risa no pertenece a los animales. O tal vez me equivoco. Si ellos; si el mundo todo canta al existir este mundo; si cada uno de nosotros no es sino un sueño y un poema que siempre se escribe y permanece, ¿no es la risa parte de esa locura? Tal vez la risa es un paso más allá del hombre; más allá de las murallas y las reglas. Tal vez el universo mismo es la risa del niño en una mañana. Vino y locura en las calles el baile.


César A. Cajero Sánchez


Me acuso de todo


—Me acuso Padre de Todo. ¿Cómo que de Todo? Sí, de Todo, de todo… Yo no puedo absolverte así nomás de todo… Barájamela más despacio… Pues ái le va… Me acuso Padre de que me robé una peseta, me acuso de que le falto al respeto a mis mayores, de que soy mercader de peso falso y amigo del fraude, de que engaño a mi marido el ferrocarrilero cuando se va de corrida, de que me quedé con las tierras por menos de la mitad de lo que valían, de que recibo prendas, de que digo malas palabras, de que pagué testigos falsos, de que fui de la Junta Repartidora de Tierras… ¡Ay de los que juntan casa con casa y campo con campo hasta ocuparlo todo! De que le quité el marido a mi hermana, yo soy el hermano del muerto, ¿la mujer de quién? Yo soy el padre que perdió a su hija, ¿cómo es posible? ¿Tu hija? ¿Con tu hermano? ¿Con tu hermana? ¡Hijos de bruja, generación de adúltera y de prostituta! Incuban huevos de áspid y tejen telas de araña, y el que come los huevos muere, y si los rompe sale un basilisco. Yo con una, yo con otra, yo con la que sea, yo con el que sea, yo con lo que sea… con un pomo de perfume, tuvieron que llamar al médico, son cinco plátanos, bueno el otro nos lo comemos, tengo malas inclinaciones, yo le robé la cobija, sí, lo maté a él y a uno de los hermanos, querían matarme a mí, falsifico las firmas, ésta es la primera vez que me confieso, tengo malos pensamientos, con una burra, con una mosca, me robo las guayabas, dije ojalá que se muera, digo muchas mentiras, no creo en la Divina Providencia, se me hace difícil, el cuento del Cura y del campanero, en la revolución yo lo denuncié, andaba con mi hermana, a cada lata de alcohol le sacamos un litro y se lo metemos de agua con alumbre, le echo tantita parafina a la cera, restiro mucho la manta la mido con el metro, vendí carne con pipitilla, tengo mis balanzas arregladas, hay mucha competencia, le digo raca a mi hermano, más valía que me atara al cuello una piedra de molino, ¿por qué no me mató en el seno de mi madre, y hubiera sido ella mi sepulcro y yo preñez eterna de sus entrañas? No me gustan los hombres, no me gustan las mujeres, me gustan las mujeres, me gustan los hombres, ya nunca lo vuelvo a hacer, yo tuve perritos, yo ardí en lujuria por los que tienen miembro de burro y flujo seminal de garañones, no quise que naciera, yo le apreté el pescuecito, yo me quedé con lo de la viuda, yo me quedé con la viuda, poseí a la huérfana la noche misma en que velábamos a su padre, éramos compadres y cambiamos de comadre, no visito a los enfermos, no doy caridad, los pobres son unos holgazanes y unos sinvergüenzos, yo cobro por los certificados de defunción, para que no haya lío, ¡no hay quien clame por la justicia, nadie que juzgue con verdad! Cuando no hay chivo vendo birria de perro, yo le vendí el veneno, quiero que se muera mi mujer, yo hice un muñequito y lo traspasé con alfileres, yo le di agua de coco, yo me pongo diafragma porque se me hace muy difícil el calendario, no quiero tener más familia, dos o tres veces por semana, desde que estaba en la escuela, no se quiso casar conmigo, ya no podía volver a mi casa, no tengo con qué mantenerme, me quitaron la criatura, nos peleamos por lo de la herencia, ¡ay de los que piensan por la noche las maldades que habrán cíe ejecutar por la mañana! Yo lo que quiero es que me queme, yo no estaré en paz hasta que me rompan, ¡y que me mate si quiere con tal de que no me deje escapar…! Y se van en tropel a casa de las prostitutas, sementales bien gordos y lascivos, relinchan todos ante la mujer de su prójimo. En la Pastorela yo salí de Carne, jugamos a que yo soy el toro y ellas las vacas. Me acuso de que a cada moneda que pasa por mis manos le doy una limada y ya tengo más de un kilo de plata, de que soy una trampa de carne para todos los espíritus que se me acercan… de que di un mate al rey con la dama sola sin apoyo, es un caso de conciencia, sin querer me fui metiendo en el negocio, lo gasto todo en alcohol, yo me emborracho los sábados, yo nomás el domingo, yo toda la semana, le pego a mi mujer, abría las cartas y las volvía a cerrar, yo le puse un anónimo, nomás le di un navajazo, yo solo me quemé la tienda, yo me declaré en quiebra, yo me robé a mí mismo, estoy arruinado, las gallinas se brincaban solas, el buey se devolvió por su paso a la querencia, yo nomás le abrí la puerta del corral y luego completé la yunta, yo le puse los cuernos, dan leche muy gorda en las secas y le tengo que poner tantita agua para adelgazarla a como debe ser, lo enterré en el corral de mi casa, les hablamos a los espíritus, yo tengo agujas marciales, cuando se murió me hallé el dinero en el colchón, queso descremado, mantequilla descremada, crema descremada, no le quise recibir su maíz porque se le dio muy malo, nos quedamos con unas cosas de la iglesia, cuando me salí del seminario, soy monaguillo y tomé de la limosna, yo también, soy el sacristán, trabajo en una tienda y diario tomo diez centavos del cajón, ¿quién se robó la peseta? Conciben maldades y paren crímenes, también yo te alzaré las faldas hasta taparte con ellas la cara y se verán tus vergüenzas. Él me dio la relación, yo escarbé y me quedé con todo, no se necesitaba operarla, pero de todos modos la operé, yo no quise que la operaran y me quedé con el remordimiento, no son de lana pura, ¿es menos pecado que ir con las mujeres? De que hago deshonestidades, me gusta que me vean, a mí me gusta ver, me asomo por un agujero, yo los oigo en la noche, no me duermo y los oigo, no, no me quiero casar con ella, creí que de veras la quería pero no la quiero, no sé cómo lo acepté por esposo, con mi mujer no puedo, con las otras sí, sabíamos que eran mal habidas pero de todos modos las compramos, los indios no sabían qué hacer con ellas, ni modo que se quedaran con toda la población, yo le dije que mandara el anónimo, yo no creo en las imágenes, la noche de bodas me acordé de que había hecho un voto de castidad, a la hora del temblor se me ocurrió que se murieran todos menos yo, mandé una manda y no la cumplí, yo recorrí la cerca del potrero, la fui echando para atrás, yo me quedé con todo el aguaje, esa casa era de nosotros, le tengo mucho amor al dinero, por mi culpa, por mi grandísima culpa se quedaron todos esos indios sin tierras, no supe lo que hice, no quería matarlo, pero lo maté para evitar males mayores, yo no pude descansar hasta que lo maté y no me acuerdo de más, estaba borracho pero me arrepiento de todo… Perjuran, mienten, matan, roban, adulteran, oprimen y las sangres se suceden a las sangres… Bueno Padre, ya le dije que me acuso de todo… ¿De todo? Me acuso Padre de que me robé una peseta…






Por allá de 1963, Juan José Arreola (La feria)

Sobre la forma en la literatura  César A. Cajero Podemos definir en este momento y provisionalmente a la literatura como aquella...