miércoles, 4 de julio de 2012

Que no retiemble en sus centros la tierra 
porque se nos caen encima los edificios


Debido a las cosas que aquí se cuentan, no tuve tiempo de hacer el ensayo de esta semana. Además, debido a todo el movimiento, pues era muy probable que en estos de por sí políticos tiempos, nadie pelara las actualizaciones. Comparto, pues, esta crónica de mi labor en casilla que también podría titularse El voto de Pichulita Cuellar.



Desperté ese día a las 7:15. Chale, se le hizo tarde, ni modo, ahí lo vimos pararse de repente, meterse de volada al baño. Entonces escuchaste el caer del agua; viste el reloj y fueron diez minutos. Al salir, tomé un bolillo y salí corriendo después de lavarme los dientes.

Por allá se fue el buey; lo bueno es que nada más iba al parque, ya sabes, a dos cuadras. Y lo viste llegar a las siete y media; sólo estaban la presidenta de casilla y la secretaria. Lo primero que hice fue poner la lona, en eso llegó el primer escrutador. Pero el buey no podía poner el techito, ahí andaba renegando y quejándose porque toda la sangre se le iba de las manos al alzarlas tanto y por tanto tiempo ¿te acuerdas? Y te acuerdas de que no podía y que se la pasaba pensando que para esas labores debían haber elegido a gente que trabajase en tianguis.

Ya armar la mesa y las urnas no fue tan complicado, pero ya para entonces eran casi las ocho y los representantes de casilla no llegaban, miraba mi reloj cuando me acordé que no llevaba mi credencial de elector. Allá lo viste regresarse como menso a su cantón mientras iban llegando los representantes de partido. Tú lo viste llegar y buscar su credencial en el librero mientras bebía un vaso de leche.

Regresé rápido; ahora había que contar todas las papeletas. Pues que la cuenta les sale bien, pero ya ves que se tardaron un resto; una por una la iban contando y pues imagínate si eran un bonchón así de ancho. Viste que les salieron seiscientas cuarenta y cinco; ni una más ni una menos.

Ya eran las 9 cuando anunciamos la apertura de casilla. Una colota que se había formado, mano, no manches. Fuiste el primero en pasar a votar; revisaron tus dedos, te pidieron la credencial, buscaron en la lista; ahí estabas, te dieron tres papeletas. Cuando regresó el primer votante yo ya tenía su credencial marcada; decidí que sería mejor regresárselas hasta que el señor les hubiese marcado el dedo. Pero qué te crees, que el pinche dispensador de tinta no servía bien, había que estar apriete y apriete. El hombre que te marcaba el dedo se reía diciendo que los de hace unos años estaban mejor, pero cuando terminó de entintar te dieron tu credencial y fuiste a la casilla local.


Había mucha gente en la fila así que fueron como dos horas de trabajo sin parar; ni siquiera pude tomarme un atole que madre me llevó. Así, el buey, no mames, me cagaba de risa; luego luego se veía que ya a veces ni sabía dónde poner la marca en la credencial, ya ves que luego se equivocan los de otras elecciones; ahí con su cara de pendejo. Te regresaron tu credencial y revisaste la marca; estaba un poco arriba de la parte donde decía "doce" porque esa ahí estaba maltratada y no se iba a ver.

A las 11 uno de los representantes de casilla nos regaló un refresco; se lo di al señor y él nos sirvió a todos. Lo bueno es que no se les cayó el refresco, si no hubiera estado más gracioso, con tanta gente.

Te formaste en la fila y fueron unos diez minutos hasta que pasaste; en eso un ventarrón y te quedas sin casilla. Me paré junto con el señor e intentamos poner en pie la casilla; medio la arreglamos, pero se habían zafado las bisagras. Bueno, pues ahí estaban los dos, pero les seguían mandando gente; ni los pelaban y ya ahora también se había formado una fila para pasar a las casillas. Les dijiste que mientras la dejasen así, que más o menos se sostenía; votaste y pasó el siguiente de la pequeña fila.

Cuando por fin hubo un momento libre, aprovechamos para deshacer la casilla y compusimos el desperfecto. Cuando regresó, ¡bolas!, otra vez se había formado una fila. Y entonces fuiste el siguiente en pasar y luego el siguiente y el siguiente y el siguiente y el siguiente.

A la 1 de la tarde no sólo habíamos terminado con la fila, sino que llevábamos unos quince minutos sin que se apareciese ningún votante; decidí pasar al baño en mi casa y aprovechar para ir a votar.

Que no te cuente otras cosas; fue a cagar. Y lo viste de regreso, frente a la primera casilla. Di entonces mi credencial y me pasaron mis papeletas. Pues no sé lo que haya pasado ahí dentro, buey. Tú tampoco lo sabes, y no lo sabrás. Porque dentro vi todas las opciones y mi voto aparte de ser libre y secreto, tiende a no confiar mucho en políticos.

Después de votar por quien haya votado, el buey regreso y que otra vez hay fila y una credencial que no recogieron. Que no recogiste, me dicen que no recogiste tu credencial: tú, quien vive en sur 11; conste que se te olvidó, al otro día ahí lo verás llegar a tu casa a devolvértela.

Las siguientes horas fueron largas y aburridas; a las 2 pasaron a dejarnos comida; de toda la que pudieron hacer, escogieron la que no me gusta. Pues el mamón que dice que come todo, pero las tortas ahogadas no le gustan; eran de pollito en caldo de tomate; pero se las acabó el buey. Después le diste un vaso de agua de horchata que bebió con celeridad.

Las demás horas fueron rutinarias, ya no vi pasar a tantas personas, pero no dejaron de aparecer. Que no te haga tonto, si bien te acuerdas de la señora en silla de ruedas; en eso no pensó nadie porque bien que dicen que pasan primero pero los mensos no pensaron que no iban a alcanzar la casilla para votar. Y pues tú, su hijo, tuviste que intentar pararla; ya que no pudiste, ella cuchicheo algo a tu oído y pues votaste en su lugar. Nadie se quejó del caso ni quisieron levantar acta; o por lo menos no vi que nadie se extrañase. Ja, sicierto, y luego la señora que no podía ver naranjas; ahí la ayudó su esposo. Pues sí, tuviste que entrar a votar con ella; luego te dirán que eres un halcón.

Como a las cinco me llamaron aparte, "segundo escrutador", dijeron, "siguenos". Y ahí va el buey, directo a la boca de la corrupción, pero pues qué, lo que le dieron fue el apoyo del IFE; ni modo, para la otra será. Y viste que regresó y te dijo que ahora fueras tú, que ahora le tocaba al prier escrutador y sonreíste; ni modo, a ti tampoco te corrompieron.

Pues a las 6 cerramos la votación; no quedaban sino dos personas en la fila del IEEM, a las que dejamos pasar a votar también. Cerraron a esa hora, me cae; por cierto que una señora puso sus boletas del IEEM en las urnas del IFE; pues ahí luego tuvieron que pasarlas. Tú dijiste que se cerraban las votaciones; tú lo dijste y nadie protestó; ustedes, representantes de casilla, estaban tomándose un jugo y platicando del porqué habría faltado el representante de Movimiento ciudadano.

Primero contamos las boletas sobrantes; los representantes de partido estuvieron todo el tiempo presentes. Hubieras visto, pues ahí estaban enfrente de la mesa de casilla, con los ojos pelones, carnal; así te lo digo, claro que se echaban sus bromas de vez en cuando. Contaste doscientas cuarenta y seis sobrantes de diputados; doscientas cuarenta y seis de senadores. Pero la cuenta de presidente no me salió; aparecía una boleta de más. Y que se pone a contarlas de nuevo, pero nanay, salía lo mismo; al final, mientras anulaban volvió a contarlas, pues qué crees que en el fajo de doscientas boletas mandaron, ni duda hay, una de más.

Hecho esto, sacamos las boletas, y ya que me vieron cara de tonto, me pusieron a catalogarlas; empezamos a las siete. Y a las ocho apenas acababan de catalogar las de presidente, mano; ahí lo veías como merolico en feria diciendo cada voto. En la urna de presidente viste que había dos que iban en la de diputado, pero las pasaron a su lugar frente a todos los presentes.

9 de la noche y acabamos de catalogar las boletas de senadores; 10:30 y acabamos las de diputados. Y que corroboran las cuentas de antes, las que habían hecho antes; no faltaba ninguna. Y viste que al menos en esa casilla el partido que tuvo más votos fue el PRD; seguido de cerca por el PRI; las boletas más graciosas eran las de la coalición Verde-PRI.

Y era gracioso ver lo que escribían en algunas boletas, me reí mucho con una en especial. No, pues decía "Contigo hasta la cama, Peña"; otra decía "Dios Bendiga a Peña" y otra por ahí: "Yo voto por su padre, o sea Peña"; de verdad graciosas, mi buen. Viste que a las once empezaron a llenar las actas y oíste a un señor que urgía poner los resultados YA en la manta.

Pero no puse nada porque hasta que no estuviesen en actas, no iba a escribir nada. Mientras se pusieron a desarmar la casilla; ya era bien noche y la verdad todos nos queríamos ir a dormir. Y fuiste a tu casa por un café, tú, representante del PRD, mientras la del PRI se fue por unas gorditas de azúcar y todos estuvimos ahí esperando que se llenase el acta.

Varias señoras se querían ir, pero les dije que nada porque luego se iban a estar quejando. Hasta las doce acabaron, carnal; a esa hora estuvo la manta también, ya nomás faltaba una cosa. Firmaste entonces, firmaste entonces; todos firmaron menos la que faltó; en otras casillas los representantes se fueron pues ahí sabrán ellos; tú firmaste.

Doce y diez acabamos; metimos las mesas en una camioneta al igual que las sillas; las boletas se fueron selladas en un paquete. Y pues nos dieron un raid a dos cuadras, el otro buey se quiso ir solo. Te fuiste rumbo al comité del IFE, era de noche.

Hoy acabo de escribir esta crónica: todavía me sigue doliendo la espalda; no sé si hubo fraude o no; lo que sé es que no me corrompieron (snif) y aunque en mi casilla ya comprobé que los resultados están bien, hay algunos que están erróneos. Yo reviso, él revisa, ¿tú ya revisaste?



César Alain Cajero Sánchez 
a quien no le gusta aventarse en la bandera

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