Perdón, querido Karl
La soga
estará siempre
El Estado es
eterno.
El hombre
será siempre
lobo artero
del hombre.
La plusvalía
famosa y sus vampiros,
p sobre v y
todo eso,
seguirán chupando, de algún modo,
sangre
humana.
¡Ay santo
camarada! ¡Ay Cristo enorme!
No hay
destino bueno entre nosotros.
Sólo una
esperanza:
que el
hombre vuelva
sobre sus
pasos turbios,
que el
propio pie recorra músculos arriba
su propio
peroné,
su tibia
horrenda;
que vuelva
hacia aquel mono
que hoy se
parece a él,
que vuelva a
aquella cosa que él no era,
o bien
sucumba entero
—pasto, él
mismo su Átila—,
y otros,
mejores, menos inhumanos,
sólo hormigas tal vez,
o flores
sólo, que sepan de su tallo
—otro ensayo
del hombre en pocos términos—,
tomen su puesto en el volante.
Aquel llamado Eduardo
Lizalde
No hay comentarios:
Publicar un comentario