Cinco mujeres en technicolor
El
año de 1917 se creó la primera técnica para grabar en color: el technicolor,
con sus tonos pastel y sus intensos tonos de acuarela. A pesar de varias cintas
hechas con la primera versión de este procedimiento, no es sino hasta 1932 que
se refina y nacen las primeras chicas en technicolor.
La primera que se ha quedado en la mente de
toda mujer que se precie de haber nacido en este mundo es Blancanieves.
Qué
se puede decir de esta mujer. Pues su gran sueño es casarse con un príncipe, de
quien se rumora es azul, tal vez debido a que se quería suicidar como Werther.
Algunos
dicen que Blancanieves tenía parafilias y además no dudaba de entrarle fuerte a
la promiscuidad. Otros dicen que era medio tarolas. Los más afirmamos que quienes
esto dicen no pasan de ser unos amargados. Yo no sé nada, lo único cierto es
que era bastante trabajadora para mantener limpios a siete barbudos bastante
horribles. Y también es cierto que esos barbudos cantaban bastante mejor que
ella y que el insoportable príncipe.
Otra
mujer en technicolor es la simpática Dorothy, quien llegó al país de Oz (no
confundir con la otra Dorita, cuyo líder era Toto).
Cuenta
la leyenda que era interpretada por una alcoholica y además aficionada a las barbies llamada Judy Garland. Pero lo
único que se puede decir de ella es que cantaba macizo y que sabía bailar bien, aunque nunca como el
Espantapájaros. Por otro lado nos da dos grandes lecciones. La primera es que
cuando estamos fuera de los sueños el mundo se ve rete triste. La otra lección
dice que no hay lugar como el hogar.
La
primera lección está comprobada. De la segunda no estoy tan segura.
Ya
saliendo del technicolor, pero tupiéndole
duro a otras sustancias a las que no era aparentemente tan aficionada Judy
Garland, aparece una chica del lado más luminoso del sol. Aquella a la que
cantan los Rolling stones y quien no necesita ir del otro lado como Dorothy
porque “She’s a rainbow”.
De
acuerdo a todas las pesquisas, esta joven ya es plena contemporánea de la
televisión. Es en 1968 cuando los televisores de medio mundo se pintan de
colores. De la misma manera, en las calles cientos de jóvenes ilusionados
cuanto cándidos pintan sus rostros. Entre esta especie debemos buscar a la
mujer arcoíris.
No
hay datos mayores del paradero y la identidad de la mujer de los siete colores.
Probablemente se cuente entre las miles de jóvenes perdidas para siempre en el
anonimato, arrepentidas de su actuar de otras épocas (la encuerada de Avandaro,
nuestro ejemplo más famoso). Ya se sabe: sesentones que tararean “Satisfaction”
frente a la pantalla de la computadora. Pero bueno, ¿cuántas personas de
nuestra edad no están siempre en la computadora… y cuántas de nosotras mismas
podemos vanagloriarnos de “ser un arcoíris”?
El
coro dedicado a esta mujer en technicolor remite a la siguiente.
En
1966 un grupo de Los Ángeles lanza un primer disco homónimo. Love nace.
Pocos
escucharon a Love en su tiempo. Pocos lo escuchan hoy y Arthur Lee no es
precisamente una gran estrella de rock. Ni lo necesita. Su huella es definitiva
en gran parte de lo que amamos: de The Doors hasta Blur; de Pulp hasta The Sex
pistols.
Y
sí, “She comes in colours”. Otra chica technicolor y la frase que tomaron los
Stones para hablar de la anterior mujer de colores.
No
sabemos nada de esta joven. No le canta a príncipes azules; no sale de Kansas.
No es tampoco muy famosa. Ah, pero vaya que su canción es ponedora. Y remite a
una más de las sustancias que tanto le quemaron la cabeza a Arthur Lee. My love
she comes in colours.
Y
hablando de tipos con el coco quemado de tantos ácidos, llegamos a la última
chica technicolor.
Los
Beach boys lanzaron en el mismo 1966 el sencillo para su prometedor disco
Smile. Éste es hasta la fecha uno de los más famosos discos que nunca fueron
dados a la luz. Hace algunos años el compositor líder del grupo, Brian Wilson,
después de años de silencio y de mucho tiempo que tardó para recuperarse de sus
viajes interespaciales, lanzó una versión propia de dicho disco.
Entre
muchas otras canciones aparece aquella dedicada a la última chica technicolor.
Con tal visión en colores y con tantas buenas vibraciones, ésta joven de ropas
coloridas llenaba todo locus amenus
de los olores y sabores del rey Salomón en el Cantar de los cantares. No fue Salomón quien le cantó a esta mujer cuyos amores son mejores que el vino,
sino Brian Wilson, sus hermanitos y demás corifeos.
Sin
más, gozáremos y nos alegraremos en ti.
La tal Titania
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