martes, 27 de agosto de 2013

Confesiones de alguien que creció en los ochenta


Mientras hojeo los nuevos libros de Español lecturas que la SEP dio en entregar para este ciclo que viene, me doy cuenta que el contenido ha cambiado de forma completa. Nada queda de la edición y selección que se preparó en los setenta y ochenta y que, con cambios en el diseño del libro se mantuvo hasta hace poco (debo decir que el diseño de los noventa, con Trino en "Juicio a un taco", por ejemplo, fue mejor que la que me tocó).

No sabía que estaban preparando nuevos libros de lecturas para la educación primaria. Hoy los veo y, de entrada, debo reconocer que su diseño es algo original, aunque a mi gusto un poco deprimente. Colores apagados enmarcan dibujos y collages cuasi surrealistas (hoy que el estilo surrealista ya es marca registrada de la publicidad) aunque encontradas con una estética de punk victoriano (es en serio): imágenes como de fotocopia, letras en collage, aunque con mucha iconografía del siglo XVIII y XIX.   
             
Ahora, los contenidos.

En la introducción se nos advierte que los contenidos fueron cambiados totalmente para acercar al lector a la literatura viva, es decir, a la que se hace hoy en día. Con esto, dicen, esperan hacer más accesible a los infantes (me encanta esa palabra) el mundo de las letras.

Con toda la miel posible y los lugares comunes que tal idea rezuma, me cae que sí quisieron o aparentaron seguirla. No de otra manera me explico que en los libros que he revisado aparezcan Estela Maldonado Chávez donde antes estaba Oscar Wilde, Enrique Lepe García donde antes estaba Anderson Imbert, Ignacio Padilla donde estaba Cortázar.  La cantidad de escritores mexicanos, además, es abrumadora, aunque para que no se me acuse de parcialidad, advierto que sí hay algunos pocos textos de fábulas clásicas, por ahí se deja ver Gutierre de Cetina y hasta Manuel Acuña.

Así y todo, se advierte enseguida que en la selección de textos hay una absoluta noción generacional y nacionalista. Más del 80% de los autores publicados son mexicanos que nacieron después de los años sesenta. La mayor parte de ellos, además, poco conocidos para el gran público. Tan sólo del crack encuentro a Ignacio Padilla y a Pedro Ángel Palou. También advierto que, con excepciones, a diferencia de la edición inmediatamente precedente, una buena parte de los textos sí fueron pensados para un público infantil o juvenil. Algo que no debe de extrañar del todo, si pensamos que en aquel entonces (década de los setenta) la literatura infantil y juvenil era un nicho muy pequeño, cuando hoy es uno de los que mantiene vigentes a muchas casa editoriales (los adultos la neta no leen).

La calidad de estos textos va de lo sinceramente malo a lo aceptable e inclusive bastante bueno, pero no dejan de inquietarme algunas cosas.

Primero: el criterio de selección fue evidentemente generacional. Si en el anterior había cierta presencia de los narradores del Boom, junto con clásicos universales; ahora como ya dije hay una preponderancia de los nacidos después de los 50 y 60. ¿Cuál es la idea de esto?, ¿un niño puede entender mejor un texto como “Rita la punk” (libro de sexto año) que a Oscar Wilde?, ¿por qué la inmensa mayoría (un 95% a lo menos) de los escritores seleccionados son mexicanos?, ¿nacionalismo?, ¿o será que Carmen Boullosa conecta mejor con nuestros valores mexicanos?

No malinterpreten, no estoy juzgando la calidad de los autores ni de los textos (hay de los muy malos a los realmente buenos), sino a la necesidad de usar sólo escritores mexicanos. Respecto a la división generacional, me parece natural, pero quitando cuatro textos que por ahí he visto, ¿por qué usar sólo a escritores de determinadas generaciones, dejando de lado, por decir algo a por lo menos seis décadas del siglo XX?

No celebro a los nuevos libros de texto; sinceramente me parece un desacierto eliminar totalmente las selecciones anteriores (el problema de la edición anterior es que en realidad muchos textos no eran accesibles para niños). Tal vez sea algo generacional: probablemente en algunos años esas lecturas también sean consideradas clásicas y alguno de esos autores sea lo que hoy es García Márquez (aparecían fragmentos de Cien años de soledad en las antiguas ediciones). 

Quizá simplemente soy un viejo amargado (pero de chocolate amargo).



  César Alain Cajero Sánchez




*Para ver algunos de estos nuevos libros, seguir estas ligas:

Y por si alguien no recuerda los libros de primaria hechos en los setenta (aunque no vienen ni los de quinto ni los de sexto, con diferencia los mejores):

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