Más mejor
Como todos, he
creído saber lo que es el bien y el mal; como todos, me he equivocado.
Como hijos de
nuestro tiempo, creemos haber llegado a un grado superior de moral; creemos que
nuestras certezas son más sólidas que las de los siglos que nos preceden.
Si en el terreno
estricto de los conocimientos que tenemos sobre el mundo que nos rodea es
sencillo caer en la creencia del progreso, aplicar tal concepto al terreno de
la moral es cuando menos discutible.
Es verdad, hoy en
la mayor parte del mundo la esclavitud es ilegal: nos horroriza. Ello no
impide, por supuesto que lo que antes fue un trabajo obligado por los señores,
ahora lo sea por toda una sociedad que sanciona lo bueno y lo malo, lo justo y
lo injusto. Una sociedad que es dirigida por el dinero. Hoy día los sacrificios
humanos nos parecen terribles; no la alienación ni la atomización que para
algunas sociedades constituyen el peor de los castigos.
Un cambio en la
moralidad, sin duda. ¿Un progreso?
La noción de
progreso no solo precisa el cambio: encontrar cambios en las formas físicas,
biológicas, sociales o morales no implica necesariamente que exista un
progreso.
La idea de
progreso implica que hay un punto de perfección: para que haya
perfeccionamiento, debe haber necesariamente un modelo. A lo largo de la
historia ha habido muchas Ciudades de dios, tantas y tan distintas como
pensamientos ha habido. ¿Cuál es la buena? La respuesta: la que más se acerque
a nuestro horizonte cultural. El problema, otra vez es hay cambio y variedad.
No perfección ni criterios de perfección inobjetables.
Superioridad, por
otro lado no implica complejidad. Una moral no es mejor que otra por su
complejidad: el cristianismo es infinitamente más sutil que el Islam en su
teología sin que se pueda afirmar que su moral es mejor. El budismo es mucho
más sencillo que el hinduismo, sin embargo su moral no es mejor… ni peor.
En ello radica el
problema de hablar de un progreso moral. Ni siquiera la analogía con el
universo natural o con la ciencia puede aplicarse y ese es uno de los
argumentos contra la idea de progreso. ¿En qué es superior un animal a una
bacteria? La estirpe de la segunda ha durado mucho más sobre la tierra y es mucho más adaptable. Si la eficiencia es un criterio de
perfección (y tampoco tiene por qué serlo), entonces la bacteria es muy
superior a un ser humano.
¿Ser es superior
a no ser?, ¿lo complejo es mejor que lo sencillo?, ¿la cultura es más perfecta
que la naturaleza? No lo sé. En los dos últimos casos inclusive me atrevería a
defender lo contrario. Un budista podría decir que el ser es un accidente de la
ilusión.
Se dice que si no
existe progreso en la naturaleza, sí hay una creciente complejidad. No lo dudo
y de hecho me parece natural. Para que algo pueda desarrollarse, es necesario
que primero haya elementos más simples. También para que algo pueda descomponerse.
Ello no implica, empero, que lo complejo sea mejor que lo simple.
Que en la
naturaleza haya cambio difícilmente significa progreso. Bien, entonces es el
hombre quien realiza el progreso. Marx y Hegel… y antes que ellos, el
cristianismo, aprobarían tal idea. El hombre redime a la naturaleza y con su
primera negación pone a moverse al mundo. Lo mejora.
La cultura de los
primeros tiempos humanos ha cambiado. Ha cambiado su vestimenta, su forma de
alimentación; ha cambiado su religión, su arte, su poesía; ha cambiado, claro,
su moral y su ciencia. ¿Ha progresado? No veo claro que sea así. ¿Es superior el
arte actual que el de los egipcios?, ¿la escritura fonética es mejor que la
pictográfica?, ¿comer semillas transgénicas es mejor que recolectar ñames?
Si no en el arte
ni en la cultura, entonces en la ciencia, se puede argüir. Esto es más difícil de refutar, pero
tampoco es imposible: que una cultura atribuya un fenómeno a un dios o a una
fuerza impersonal es indistinto: la evidencia ya estaba ahí. Que la cultura occidental busque ordenar esa evidencia y buscar en ella generalidades (o leyes para decirlo de otra manera), es más un enfoque cultural. Si antes no las formularon es porque no era parte de su interés cultural. Nosotros tampoco tenemos el suyo ya.
Que una época hable de una creación a partir de Caos, luego a una explicación de la gracia inexplicable de Dios; que luego ambas teorías sean refutadas a favor de una explicación mecánica y que apunta a la generación espontánea no la hace mejor. Tampoco peor. Por supuesto, que tal idea luego sea rebatida y que ahora se hable de un Caos del que surgió todo por una casualidad inexplicable no es sino el cambio de una palabra por otra.
Que una época hable de una creación a partir de Caos, luego a una explicación de la gracia inexplicable de Dios; que luego ambas teorías sean refutadas a favor de una explicación mecánica y que apunta a la generación espontánea no la hace mejor. Tampoco peor. Por supuesto, que tal idea luego sea rebatida y que ahora se hable de un Caos del que surgió todo por una casualidad inexplicable no es sino el cambio de una palabra por otra.
Pero yo no rebato
a la ciencia. Sólo apunto que la verdad (o mejor dicho, la fantasía, la
creación de la verdad) siempre ha estado ahí. Me fascinan algunos científicos,
pero no por su Verdad, sino por su imaginación. También me fascinan los Vedas y
sus conflagraciones infinitas.
La técnica, claro.
La acumulación de saberes para hacer mejor la vida. Bueno, ahí, se dirá, ahí sí
hay avance.
No estoy del todo
seguro.
Si el propósito
de la técnica es mejorar la vida. ¿Somos más felices, más sabios, más buenos
que los hombres del siglo pasado?, ¿somos peores? El hombre está fuera del
tiempo, mejor dicho, vive siempre igual, fuera de la Historia. No hay más
felicidad hoy que hace mil años, tampoco más desgracias. Son, eso sí, muy
diferentes.
Quizá lo que
llaman progreso es, para decirlo feliz y fácilmente, tener más cosas. Ciertamente hoy
tenemos rete hartas cosas. No sé si más que las que tenían los romanos. Pero ni
hablar, tenemos un chorro de cosas. Poseemos más. ¿Eso es progreso?
Repito mi
pregunta, ¿eso es el progreso? O para hacerlo más claro: ¿la perfección, el
modelo que seguimos es simple y sencillamente tener más cosas, apoderarnos de
más y más?
Eso es muy
comprensible. No todas las culturas lo aprobarían, pero qué más da. Celebremos
nuestro progreso, que sí, existe. No se diga más.
César
Alain Cajero Sánchez
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