Cada ciertos días llega a mi
celular un mensaje donde me avisan que más de veinte mil personas han leído en
internet mis opiniones de sitios para visitar. Ello, parece ser, me hace una
persona popular. Bravo.
Eso del éxito y la popularidad es
un asunto muy extraño que no acabo de entender del todo.
Hablando de lo estrictamente
numérico —las cuestiones
del sentido de tales términos me rebasan—, parece ser que, en el caso de las
películas, lo que vale para considerarlas un éxito es la marmaja que se clavan
los productores. Las tres películas que se coronan como las más populares de la
historia son Avatar, Titanic y Estar Güars VII. Admito haber visto las dos primeras, pero mi alzheimer
me oculta la tercera. En lo que va del año, la más vista ha sido algo llamado Capitana Marvel, que parece ser de un
superhéroe cuyo nombre no me remite a nada. Nada más esta última juntó más de
mil millones de dólares. A eso hay que quitarle los impuestos y lo que se gastó
en producción, claro. No tengo idea de eso a cuántas personas que vieron la
película equivalga. Mucho menos a cuántas les gustó.
En el caso de la música antes se medía por la cantidad de
discos vendidos y por las semanas en la radio, pero ahora parece que es a
través del número de descargas de una canción en algo que se llama i-tunes. Thriller, de Michael Jackson ha vendido
como sesenta y cinco millones de copias; en esta semana una canción de Madonna
y un señor que se llama Maluma se ha descargado, según dicen sus publicistas,
putamadral de veces. En México, la canción más popular fue una que se llama “Tu
postura” de una Banda MS que temo desconocer.
El disco del white negro
sí lo tengo.
También en el floreciente negocio de los videojuegos se mide la popularidad por el número de
copias vendidas. Los números oscilan los más de cien millones con el Tetris, Minecraft y Grand theft auto.
Nada más jugué el primero.
Yendo a la literatura —o a lo que llaman así—, hay algo que
se llaman best sellers. Normalmente en este rubro entran libros que llevan más
de cincuenta años de publicados. Así, El
señor de los anillos, El Principito
y El Hobbit, son muy vendidos (y
supongo que leídos). Igual que en el terreno de los videojuegos, rondan los
cien millones de copias. Claro que se tardaron más tiempo en venderse.
Los que no se tardaron tanto son el tal Harry Potter (en todos sus volúmenes), el Código da Vinci y, una sorpresa para mí, Vardi Wala Gunda, una novela detectivesca en hindi de la que no he
escuchado nada. Por ahí también anda Coelho con El alquimista.
Todas novelas, claro. He leído El Principito, y vi dos películas del mago alfarero. La obra de Saint Exupery me gusta mucho, y las películas me divirtieron,
sí. Como soy lector de biblioteca no leí los otros. No me enorgullezco, pero ni
modo.
No investigué sobre el cuento ni
el ensayo. Leo, sin embargo, que son muy populares (entiéndase vendidos) los
libros de poesía para niños. Dr. Seuss en Estados Unidos y Antonio Rubio
Herrero en México lideran las listas con quién sabe cuántas ventas. Parece ser
que la poesía que sirve como
autoayuda también es muy popular. Un tal Humble the Poet[1]
con Unlearn: 101 Simple Truths for a
Better Life (en las listas en inglés) y otro señor que se llama Defreds con
Sempiterno son populares.
No encontré poemas de ninguno de
los dos, fuera de algunas imágenes de la obra de Defreds, pero sí leo de él una
declaración donde dice: “Lo que yo escribo no es poesía. Son simplemente
vivencias que me pasan a mí y al mundo cercano”. Estoy de acuerdo en lo primero.
Del otro sólo sé que es rapero,
que en su página lo primero que hace es vender su libro, que hay muchas ligas
para ver sus videos y que hace spoken
poetry, sea lo que sea eso.
Al Dr. Seuss sí lo conocía.
Al Dr. Seuss sí lo conocía.
Otra que se conoce más por sus videos
y por haber haber ganado poetry slams
—eso sí sé qué es— es Alejandra Martínez
de Miguel[2]. Báilatelo sola es todo un éxito.
En las listas de ventas de México
se encuentra como el libro de poesía (sic) más vendido, El laberinto de la soledad. Asimismo, aparece un tal Chris
Pueyo[3].
Me entero que el susodicho es un youtuber
—también sé qué
es eso— y que estudia
en la Complutense.
En todos los sitios consultados,
tanto en inglés como en español, aparece una chica llamada Rupi Kaur con Milk and honey. Parece que nació en la
India y vive en Canadá.
Entre los poetas mexicanos que no
sean youtubers, hagan spoken poetry o participen en poetry slams, no sé cómo sea la cosa,
pero en cuestión de éxito y popularidad, me acuerdo que la primera edición de Libertad bajo palabra tardó quince años
en agotar sus mil ejemplares, subvencionados al parecer por Alfonso Reyes.
También me pregunto si ya se habrá agotado la edición de las obras completas de
Marco Antonio Montes de Oca que siempre está en los remates del Fondo de
cultura económica.
Algunas veces he leído algunos
versos en público. No sé si eso me hace ser parte de la escena de los poetry slams. Si es así, hasta ahora no
me he enterado.
Lo que sí sé es que la idea de
éxito en esos eventos es muy distinta a la de los discos, las películas o las
meras novelas y videojuegos (como dije, en las listas de poesía, no hay números
disponibles). En una ocasión, en Garibaldi, además de los mariachis, los
lectores y acompañantes —unas
siete personas—, había la gran cantidad de entre tres y seis espectadores. Unos
llegaban, otros se iban, agarraban sombra y asiento; algunos pepenaban del lonch que felizmente nos dio la
Secretaría de cultura. Apuesto que varios estaban para ver a los mariachis que
tocaban (en serio) un poquito atrás.
Como sea, según me enteré después,
el evento citado fue un éxito que llevó cultura a la sociedad.
Así pues, siempre que en un
evento de este tipo veo a más de cinco personas y menos de la mitad de estas se
está durmiendo, lo considero un éxito colosal, aunque a decir verdad eso no me
importa mucho.
Así son las cosas en esto de la popularidad.
[2] Aquí puede verse la bienvenida que
les dio a los estudiantes de la Universidad complutense: https://www.youtube.com/watch?v=yD70XzOnwt0