lunes, 21 de enero de 2019


Hoy luce rojo el cielo,
hay que ver si la luna se está quemando




Recientemente comenté en las redes acerca de quienes señalan con índice flámigero
 a las víctimas de un incidente y obtuve muchas respuestas, así que,
como quiero ser popular, dejaré de hablar de arte y literatura (¡esas cosas qué!)
y esta semana abundaré sobre el tema y mis opinones.

Les pido a quienes puedan abundar del tema
(soy un lego en derecho y mucho más en derecho militar),
hacer precisiones (legales o de sentido común) o disentir,
que señalen el punto en el que quieren hacer anotaciones.
Por eso mismo, escribiré muy esquemáticamente y en forma de listado
(como Cartilla moral repartida por el preciso): A1, A2, A3, y así sucesivamente.

A (antecedentes)

1-    La explosión en el ducto de combustible en Tlahuelilpan y sus consecuencias se cataloga como un desastre antrópico, no como un crimen.
2-    Los desastres antrópicos (es decir, motivados por la acción humana), a diferencia de los naturales, sí pueden ser imputados un responsable directo, siempre que se compruebe que alguien de forma manifiesta los provocó. Por ejemplo, en el caso de un genocidio, quienes dieron las órdenes y quienes las ejecutaron.
3-    En el caso de la explosión del ducto de combustible en Tlahuelilpan no hay evidencia que sustente hasta ahora un asunto de tal naturaleza. Es decir, no hay un responsable directo del desastre.
4-    En el caso de un desastre de esta naturaleza, sí puede haber responsables indirectos.
5-    La explosión fue causada por la ignición de un material flamable (no se sabe por qué causa exacta e ignoro si pueda haber forma de saberlo) que se estaba fugando de un ducto de gasolina.
6-    Al parecer, huachicoleros cargaron combustible y dejaron abierta la toma cuando se retiraron. Así se abrió el ducto. Esto tiene consecuencias que mencionaré en los puntos D1, D3 y D4.
7-    Al percatarse de la fuga, los habitantes acudieron al lugar para abastecerse de combustible con motivos que varían de fuente a fuente (algunos dicen que como autoabastecimiento, otros que para vender el combustible por su cuenta, otros, que para venderlo a un comprador no identificado hasta el momento).
8-    Al parecer, la ordeña de combustible por parte de los pobladores del lugar se llevaba a cabo desde la tarde del día del incidente. No he encontrado referencias a desde qué momento exacto la autoridad civil o militar se enteró de la fuga; si fue antes o después del arribo de los pobladores.
9-    La autoridad militar estaba al tanto al menos desde la tarde del día del incidente e intentó disuadir a los pobladores para que no se acercaran al lugar. Estos no sólo hicieron caso omiso, sino que enfrentaron a los soldados presentes.
10-                     La explosión sucedió a las 18:40, mientras anochecía en el lugar. El personal militar atendió a los heridos y se les brindó la atención médica adecuada a las circunstancias.

Hechas estas precisiones, veamos quiénes pueden ser acusados como responsables indirectos, en qué grado y qué consecuencias pueden existir por sus acciones.

B (responsabilidades indirectas)

1-    Dado que un desastre antrópico de esta naturaleza, no tiene responsables directos, podemos decir que los principales responsables indirectos son quienes hayan abierto la fuga, es decir, los huachicoleros (a quienes al parecer y quiero confiar en ello, se les sigue la pista).
2-    Además de ser los principales responsables indirectos de la tragedia (no sé si se les pueda fincar responsabilidad penal y cuál sea ésta), los huachicoleros son responsables del delito de robo de combustible.
3-    Dado que, como adultos, estaban conscientes del peligro de acercarse a un ducto con material inflamable, los pobladores que estaban robando combustible —y aquellos que (dado el caso) se acercaron por curiosidad— son otros responsables indirectos. Todo adulto es responsable de su propia seguridad. Estoy cierto de que en este caso no hay ninguna responsabilidad penal de consecuencias.
4-    Sin embargo, los mismos pobladores que robaban gasolinason responsables de robo de combustible. Los sobrevivientes deben ser investigados y procesados en un juicio respetando sus garantías de ley y considerando atenuantes del caso.
5-    Más importante y necesario para el juicio, se debe investigar los móviles, características y circunstancias. Es muy extraño que quisieran tanto combustible. ¿Lo querían para ellos mismos?, ¿para qué? ¿Pensaban venderlo?, ¿en qué forma? ¿Alguien los mandó y les iba a comprar la gasolina?, ¿quién? Se necesita una investigación muy puntual (además de aquella que se lleva a cabo respecto a quienes abrieron el ducto).
6-    De aquí en adelante, según las leyes civiles, no hay responsables de un delito como tal, pero sí se les puede imputar de negligencia en diversos grados y con muy diversas consecuencias (desde las penas en una corte civil, las penas en corte militar, el desprestigio moral y el simple golpe ético a una administración).
7-    Se sabe que los militares y la policía estaban al tanto de la rapiña, trataron de disuadir a los habitantes y fueron amenazados. ¿Qué acciones llevaron a cabo después de “intentar disuadirlos”?
8-    Se trataba de 25 elementos, entre soldados y policías mientras eran alrededor de 600 civiles. Una comparación desproporcionada, evidentemente, para confrontar de manera directa y sin uso de armas de fuego.
9-    Sin embargo, leo también que hay 50 soldados repartidos cada 20 kilómetros a lo largo del ducto y que vigilan 24 horas.
10-                     Como sabemos, los soldados no pueden enfrentarse con la población civil (restricción que no aplica para la policía, la cual también estaba presente), además de que tenían órdenes expresas de no involucrarse con ladrones de combustible por temor a que una escalada pueda dar como resultado civiles heridos por disparos o soldados golpeados por una multitud.
11-                     Si bien, los soldados rasos (ignoro si había militares de mayor rango entre los presentes en el lugar) no pueden contravenir órdenes, sí pueden y deben notificar a sus superiores, ¿lo hicieron? En caso de que no, estos miembros de las fuerzas castrenses no cumplieron su labor, que era vigilar los ductos, y resultan responsables indirectos en tercer grado de la tragedia. No conozco la ley militar ni qué castigo merecerían.
12-                     En caso de que sí hayan informado a sus superiores, hay que investigar hasta qué nivel de mando llegó esta notificación y por qué no se realizaron las acciones para realizar de forma efectiva su labor asignada (cuidar los ductos). De demostrarse esto, los hace responsables de negligencia. No sé cuál sea el castigo que merecerían según la ley marcial, pero estoy cierto de que sería mayor al que sufre un soldado raso.
13-                     Se argumenta, con total razón, que los militares no pueden hacer uso de la fuerza contra civiles que no se encuentren armados y en una confrontación directa. Es verdad, pero se trata de personal (sobre todo los mandos superiores) que conoce disuasivos que no implican confrontación directa. Desde el simple despliegue de elementos (cercanos a la zona había según los números del punto B9, muchos elementos) hasta la presencia de efectos de choque como los vehículos armados.
14-                     Hay otros métodos disuasivos (gases lacrimógenos, balas de goma, etcétera), pero la milicia no puede hacer uso de ellos sin una orden directa de un alto mando que se responsabilice. No estoy de acuerdo en su uso por parte de una fuerza militar (tal vez sí por una policiaca). El uso de armas de fuego nunca se justifica a menos que se trate de un riesgo directo a la integridad individual o del territorio nacional.
15-                     Aunque es posible que los altos mandos militares hayan recibido antes instrucciones generales de que no se entrase en conflicto con la población (algo bastante creíble), no hay ninguna justificación para no realizar con inteligencia la labor que se les encomienda. Se supone que conocen estrategias, las leyes militares y los procedimientos (que incluyen planes de emergencia). A menos que demuestren una orden expresa para, en este caso particular, no hacer nada, no hay justificante alguno.




C) Conclusiones

1-    Los huachicoleros tienen una responsabilidad indirecta en grado mayúsculo; los pobladores que robaron tienen una responsabilidad indirecta sobre el peligro en que pusieron su propia integridad dado que son adultos, en libre uso de sus facultades, conscientes del riesgo y de que estaban violando la ley.
2-      Tanto los primeros como los segundos deben de ser juzgados de acuerdo a sus responsabilidades, por un tribunal civil por el delito de robo de combustible, en diversos grados, respetando sus garantías de ley y considerando las atenuantes en cada caso particular.
3-    Ninguna de las responsabilidades ni de los delitos descritos exime al Estado de respetar la integridad moral de estas personas, de brindarles servicios médicos de emergencia ni de respetar los Derechos humanos, pero tampoco lo exime de aplicar las penas correspondientes. Cualquiera de ambos casos sentaría un precedente gravísimo de violación a la Constitución y los acuerdos internacionales.
4-    Aunque se trata de delincuentes, los pobladores del lugar no son huachicoleros si con ello entendemos a personas que se dedican al robo y venta de gasolina ilegal en cantidades masivas, con una estructura delincuencial bien cimentada y un manejo de recursos que hacen posible operar por encima de la ley. A lo más que podrían llegar (hay que investigar la posibilidad) es a peones prescindibles de los verdaderos huachicoleros.
5-    Por sus características, y sin eximirlos del delito, existen atenuantes que pueden hacer —si no en todos los casos de manera jurídica— comprensible su actuar. NO se trata de monstruos ni de seres horribles ni mucho menos (como se ha escuchado por ahí) de “traidores a la patria”. Se trata de personas que, por sus circunstancias económicas, pero en pleno uso de sus facultades, decidieron delinquir. Como tales hay que tratarlos.
6-    Los militares tienen una responsabilidad indirecta por negligencia que debe ser investigada y que puede ir desde los rasos hasta los altos mandos. Las consecuencias deben de ser abordadas de acuerdo al código militar, en un juicio que deslinde responsabilidades (pero sin que la sociedad y los políticos busquen chivos expiatorios).
7-     La policía federal y/o estatal está en el mismo caso, pero por las características del estado y la comunidad donde sucedieron los hechos, se entiende que tenga menos capacidad logística y numérica. Por otro lado, no se informa cómo actuaron sus elementos ni cuál fue la reacción de sus mandos; se debe investigar y saber si hubo vinculación con la autoridad civil de la población.
8-    No hay, a menos que surja durante un juicio o durante la investigación precedente, ningún elemento que permita fincar responsabilidades en los gobernantes estatales, el Estado nacional o sus representantes. Sin embargo, la credibilidad de la autoridad civil del estado donde ocurrieron los hechos queda lesionada por su incapacidad de reacción.
9-    Es necesario implementar a nivel estatal un plan que permita una mejor coordinación en este tipo de eventos.
10-                     A nivel militar quiero pensar que existe una logística apropiada, en caso negativo, es una vergüenza para las fuerzas armadas y debe implementarse una urgentemente.
11-                     No hay responsabilidad ni mucho menos delito qué perseguir en el Ejecutivo federal, tampoco hay lesión a su credibilidad o hay manera de hacer responsable directa o indirectamente del evento a las acciones que ejecuta el mismo contra el robo de combustibles.
12-                     Aunque ninguna de las acciones recientes del gobierno federal en contra del robo de combustible queda invalidada ni hay forma de relacionarla con la tragedia ocurrida, sí plantean una serie de dudas sobre la efectividad de estas medidas.

D) Dudas sobre las medidas

1-    ¿Cómo es posible que después de que se anuncia y pone en marcha un plan y una estrategia contra el robo de combustible, un grupo de huachicoleros ordeñe un ducto y deje abierta una fuga? Hay que ventilar más ese tipo de eventos, no sólo hacer declaraciones triunfalistas y ejecutar medidas espectaculares.
2-    ¿Han sucedido otras fugas y eventos semejantes? ¿Sólo nos enteramos de éste por la tragedia sucedida? Hay que ventilar más ese tipo de eventos, no sólo hacer declaraciones triunfalistas y ejecutar medidas espectaculares.
3-    ¿Cuál es el sentido de poner a los militares a vigilar una instalación federal si no tienen margen de acción ante posibles ataques? ¿Qué harían ante un ataque planeado de huachicoleros con poder de fuego? ¿Se trata de otra acción espectacular realizada sin planeación?
4-    ¿Los militares están en verdadera capacidad de realizar tareas de resguardo que no están entre sus funciones originales?
5-    Ante estos hechos, ¿no sería mejor repensar una estrategia basada en la demostración de fuerza (Guardia Nacional incluida) y planear mejor las tácticas aunque no redunden en una popularidad efímera en las “benditas redes sociales”?

Creo que nadie en su cabal juicio está a favor del robo de combustible, pero eso no nos exime de ser críticos con el gobierno en todos sus órdenes. No hay un solo camino ni personas impolutas e infalibles (llámense pueblo, partido o tenga nombre y apellido) que luchan contra seres malignos que se reúnen en las sombras a hacer el mal (llámense “traidores a la patria”, tengan siglas o cuenten con nombre y apellido). Hay ciudadanos; algunos de esos ciudadanos son delincuentes; es todo. Para castigar el delito se crearon las leyes. Hay que aplicarlas. No hacerlo significa pasar del estado de derecho a la vieja monarquía absoluta en la que se perdona o martiriza según el humor en el que despierte el soberano.

Y ya, prometo no volverme a enredar en estos asuntos que me asquean.

Vuelvo a hablar de música, pintura y, sobre todo, literatura. Vuelvo a habar de arte.

Retirado en la paz de estos desiertos
Con pocos pero…


martes, 8 de enero de 2019


Arte, forma y sentido
(III)


El arte y el icono



Previamente he manifestado que la obra de arte es inseparable del objeto físico. Más todavía, que ese objeto físico es la obra de arte; que ésta sólo existe en su forma integral como nos ha llegado y como somos capaces de percibirla (porque en ese encuentro, en su percepción y reinterpretación, radica el arte).

En ello no se involucran de manera directa ni las lecturas ajenas ni las interpretaciones intelectuales ni las intenciones del creador. Todas esas variantes por supuesto pueden enriquecer la lectura, pero ni provocan una interpretación más intensa ni mucho menos la sustituyen. Para apreciar una obra artística sólo es necesario que haya dos factores en juego: un lector y la obra en su forma corpórea. Sólo con la presencia de ambos en la posibilidad física de apreciar y ser apreciado se cumple la experiencia estética.

Las características hasta aquí expresadas pueden hacer llegar a hacer concebir a la obra artística como una especie de epifanía de la realidad en el mundo humano (entendidas estas palabras en un sentido heideggeriano[i]). Es decir, como la aparición en la sociedad humana (social y construida de forma conceptual) de la forma física (aquello que no significa, sino que es) y, con ella, de lo que excede al hombre. Por ello, esta presencia no depende de un artista ni de una lectura racional. Es sensación y en ella se agota en tanto experiencia estética; es realidad física y sin ella tal sensación es imposible.




Todo ello remite a la tradición ortodoxa de los iconos, aunque sin involucrar el sentido religioso (al menos no aquel que la tradición occidental ha privilegiado). En la espiritualidad ortodoxa, las imágenes son la expresión del dogma de la encarnación: el verbo hecho carne, la espiritualidad hecha materia. La aparición de estas figuras, como la del Cristo, tiene algo de prodigioso. No pueden ser suplantadas ni explicadas.

La unión íntima entre la forma física, el objeto artístico y la experiencia estética hace dudar de una posibilidad que los seres humanos hemos anhelado desde que sabemos que existen diversas lenguas y culturas, desde que sabemos que existen otros hombres: la del diálogo. La facultad de que exista la comunión y, en mayor proporción, la posibilidad de diálogo y traducción entre distintas épocas y culturas. Entre distintas lenguas. Y lo hace dudar porque lo que puede traducirse de un texto de una lengua a otra es el concepto que sus palabras encierran, su significado. Sin embargo, la literatura no es concepto; o no lo es simplemente; siempre va más allá de él ya que, como todo arte, está intrínsecamente ligado a su forma.

Dejemos por el momento de lado las diferencias o similitudes que existen entre los seres humanos. Somos distintos, cada uno está encerrado en su propio ser, en su propio lenguaje. Pero hay algo que nos hermana. No importa cómo lo llamemos en este momento.

No es poca cosa que el problema de la traducción nazca en el mundo de las artes y de la religión —en un principio fueron inseparables—; estas experiencias son al tiempo aquello de lo que nace el mundo humano y aquello que lo trasciende. No es de sorprender tampoco que surja en el contexto del lenguaje hablado.

¿Es posible comunicar a otro lenguaje una obra artística? Tanto valdría preguntar si es posible glosar una pintura a un daltónico o una melodía a un sordo. ¿Podríamos traducir una pintura al lenguaje de la música?

Dolorosamente, una persona que no tenga la capacidad física de apreciar una obra artística, nunca podrá sufrir la experiencia estética que otras personas sienten con ella. No se trata de una cuestión de perfección o superioridad sino de simple diversidad. Así, los demás son incapaces, asimismo, de percibir el mundo a la manera de ese individuo.

Aun cuando se trate de un mismo lenguaje, dado que la obra artística es inseparable de su corporeidad, un cambio cualquiera en ella representa ya un cambio respecto a su significación y presencia total. Esto se puede entender claramente cuando nos referimos al arte pictórico.

Las Meninas, el cuadro de Velázquez, ha sido reelaborado por múltiples artistas y ha inspirado a muchos otros (hablando hasta aquí sólo del ámbito pictórico). Incluso cuando se trata en el primer caso de un ejercicio donde se retoma tanto el tema como los rasgos formales más manifiestos de la obra original, no podemos decir que estamos ante una misma obra o ante una puesta al día de la misma.



No se puede decir esto porque no es la obra la que se reactualiza, o no lo hace de esa manera: el diálogo entre la obra artística y el mundo se da cada que es reinterpretada, experimentada nuevamente. Y esa interpretación implica no una recreación física del objeto artístico, sino del mundo que la creó y del mundo desde el que se lo contempla. Es, también y quizá más decisivamente, una recreación de y desde el lector.

Las Meninas de Velázquez y Las Meninas de Picasso, por mencionar una de las recreaciones más conocidas, son dos obras distintas. Dicen cosas distintas y son padecidas de diferente manera. Esto no elude un innegable parentesco y una ascendencia clara. Una es un homenaje de la anterior. Sin embargo, no son la misma obra ni puede hablarse de un progreso o una renovación (si entendiéramos esto como un perfeccionamiento). Una no remplaza a la otra.



La lectura diferirá radicalmente porque la obra en sí misma es distinta: es otra. La obra artística es inseparable de su materialidad y cada trazo, cada sonido, cada palabra suya es irremplazable.

Es el caso también de obras incompletas o perdidas. ¿Cuál era la experiencia que tenían los antiguos frente a la Venus de Milo o a la Victoria de Samotracia? No lo sabemos. Tenemos aquello que nos queda y es de esa manera como la experimentamos. ¿Eran mejores estas obras cuando estaban completas? No lo sabemos y no importa: eran otras. La belleza del templo antiguo, dice María Zambrano, está en su condición de ruina. Es verdad, pero habría que agregar: la belleza que conocemos de ese templo antiguo está en su condición de ruina porque es de esta manera en que lo experimentamos actualmente: esa es para nosotros su fisicidad.

En ello no interesan ni las glosas ni las descripciones ni los análisis. Un análisis formal sin lugar a dudas puede decirnos mucho sobre cómo se forma la obra y sobre la manera en que ella, en su especificidad, crea su forma, aquella en la que nos ha estremecido. La palabra crear es, en este caso, de rigor pues cada pieza artística crea sus reglas y las agota. Sin embargo, ningún análisis ni la recreación más perfecta nos pueden decir estéticamente —no hablo de conceptos ni de análisis técnicos, lo cual desde cierto punto de vista resulta importante— nada de la obra que ella misma no nos comunique de manera directa. No pueden suplantarla.

En cualquier sentido, aquello que haya querido decir el autor no es importante estéticamente. De la misma forma que antes aludí respecto a las exégesis racionales, las ideas, opiniones e investigaciones alrededor de la figura del autor pueden ser significativas para un análisis formal, técnico, especializado o filológico. Puede darnos pistas de cómo se gestó la obra. Sin embargo, en tanto pieza artística, nada puede añadirle. Ésta siempre trasciende a su creador; dice otra cosa de la que él quiso decir. Tan es así que, si la obra se limitase a expresar una idea, sensación o emoción del creador, carecería totalmente de interés. Si la obra nos toca es porque expresa, alude, nos hace conscientes, de nuestro mundo, no aquel del creador. Pone en diálogo el mundo del lector con aquel otro, el de otro tiempo, cuando fue creada la obra, y el otro tiempo que reside en la obra misma y que no puede fecharse. Lo renueva.

¿Qué importancia pueden tener los propósitos del autor, por muy cercanos que sean a nuestra experiencia? Si logró acercarnos a su idea o no, no se trata de algo que le interese más que a él. Sus esfuerzos habrán sido (si ese era su propósito) ya un triunfo o un fracaso. Lo que importa es que la obra está ahí. Se ha convertido en algo más: siempre algo más que el autor, algo más inclusive que el lector, el cual se ve rebasado, pues la obra es piedra de toque. Necesita de su intérprete, pero queda abierta a otras reelaboraciones: provocará en otros lectores distintas recreaciones del mundo —pues dialogará a su vez con distintos mundos— a través de sus sonidos, imágenes, o palabras. Nuevas interpretaciones, siempre otras, necesariamente.



[i] Recordemos la diferencia entre “tierra” y “mundo” en Heidegger. Éste entiende por el segundo, aquel espacio que el ser humano hace habitable y entendible mediante el lenguaje y la cultura: todo aquello que es posible pensar. Por “tierra”, se refiere a ese espacio (si existe) incognoscible, físico, sensual: la realidad; lo que está fuera del ser humano. Lo terrenal, por supuesto, pero también lo divino, entendiendo esto no en el sentido judeocristiano (o no solamente en él).


Sobre la forma en la literatura  César A. Cajero Podemos definir en este momento y provisionalmente a la literatura como aquella...