Playas,
ácidos y asesinos seriales
César Alain Cajero Sánchez
En los primeros años
sesenta, cuando el rocanrol emitía sus últimos sonidos, cuando todavía no
empezaba la invasión británica; hace aproximadamente 55 años, en 1961, los tres
hermanos Wilson (Brian, Carl y Dennis) junto a su primo, Mike Love, y a un
compañero de escuela, Al Jardine, formaron los Beach boys.
Desde entonces, los
Beach boys han sido menospreciados (con no malas razones) al mismo tiempo que
alabados (por razones no menos objetivas).
Las letras de sus
primeros discos se han señalado como representativas de la falta total de
preocupaciones de un estilo de vida tan hedonista como bobo; tan típico de la
clase media del E.U. de la costa oeste como el mismo surf. Una serie de
canciones sobre la diversión sobre las olas, las fiestas con quinceañeras y los
autos. Los sueños de la WASP (como le llamaron años después) a todo lo que da.
Diversión, diversión y diversión, era su himno.
Fuera de lo mal que
me cae moralizarlo todo y que es una hipocresía juzgar a unos adolescentes por
alabar cosas que la mayoría de la sociedad deseaba y desea, hay que tomar en
cuenta los años en que esto sucedía. El rock and roll y las armonías de Motown
estaban todavía en el aire, y de las letras sobre dieciseañeras, amores bebés y
demás, a las que pergeñaban en ese momento los hermanos Wilson no había sino
hormonas adolescentes y varios años menos de por medio.
Musicalmente la de
los Chicos playeros era en ese entonces básicamente rock and roll con armonías
vocales propias del jazz y del doo woop asimiladas a través de Motown. Es muy
conocida la acusación de plagio de Chuck Berry a “Surfing USA” y en realidad es
muy difícil señalar las diferencias entre ésta y su “Sweet Little sixteen”
aparte de un trabajo de armonías vocales y una sensibilidad pop que la sabrosa
crudeza del maestro Chuck no tiene.
Esto, que hoy sería
motivo de escándalo en las redes sociales, a la distancia es comprensible. Los
Beach boys (como los Beatles un poco después) marcaron el paso del rock al pop
de los sesenta. La influencia era obvia y a veces descarada. Pero así como el
cuarteto de Liverpool (junto a los Kinks, Rolling stones, The Who, Bob Dylan y
Cream), ellos establecieron los géneros, sonidos y estilos que en gran parte
todavía siguen sonando en la música popular en inglés.
Las grandiosas
armonías vocálicas que, como quedó dicho, provienen de Motown y el jazz, tanto
como de la tradición folk, fueron tratadas con la sensibilidad pop de Brian
Wilson. Al día de hoy suenan tan frescas y emotivas como en su momento. Un
juego de voces que va del júbilo de “I get around” a la tierna nostalgia que
despierta “California girls”.
Medir la influencia
de esta efectiva combinación de ritmo y melodía en la música posterior a los
sesenta es casi imposible. Va de los Ramones a ABBA; de R.E.M. a Elton John y
de Hüsker Du a The Poliphonic spree.
Los Ramones cambiaron
las playas de California por las playas artificiales de Nueva York y desde ahí
sacaron a la luz su punk que sigue siendo irresistible como el primer día. En
él combinaron la energía del rock and roll y del garage con la agresividad naive de la adolescencia. Aunque
aparentemente no hay en ellos nada más lejano a los Beach boys, podemos
escuchar su influjo en la sensibilidad pop de sus primeros discos, así como en
los coros. No hablo tan sólo de la conocida admiración de los miembros del
grupo por los Beach boys y sus constantes covers a varias de sus canciones;
tampoco de la afición de Joey por el surf. El eco de los Beach boys puede
escucharse en su máximo esplendor en “Judy is a punk”, con ese coro que es como
el sonido de las olas alrededor de la tabla de surf.
Es difícil aceptarlo
para algunos (tanto como para los amantes de metal reconocer el influjo de The
Kinks), pero el punk y el rock que en su momento llamaron alternativo (y que
cada diez años es bautizado de nueva manera) tienen, además de los Velvet
underground (quienes también admiraban al grupo de Brian Wilson), un
ascendiente pop. Los Beach boys son una influencia tanto para los Pixies como
para R.E.M. Husker Dü, Throwing muses, Guided by voices y hasta Sonic youth se han
declarado fans del grupo de Brian Wilson. Basta oír las armonías de “Gigantic”,
“Man of the moon”, “Not too son” o “Echos Myron” para constatar que esa mezcla
de sonidos rítmicos con armonías vocales que tanto fascinó a los Ramones sigue
siendo tan efectiva como cuando los Beach boys la hicieron por vez primera.
Mientras hacía este
pequeño homenaje, escuchaba canciones perdidas y me encontré con dos grupos que
hacía mucho no recordaba. Por un lado, The Concretes, ese grupo suizo que en
pleno revival del garage a principios de siglo, al lado de los Strokes y The
Hives, sacó una deliciosa canción que se me quedó grabada por las armonías
vocales que le deben tanto a Motown como a los Beach boys, con esa combinación
entre garage y pop.
Tal es el poder evocador
de aquella mezcla que incluso se escuchó entre el cúmulo de bandas (no todas
buenas) que surgieron a principios de siglo en el único sencillo que me parece
digno de mención de ese grupo insufrible que fue (o es) The Vines. De todos los
que surgieron por ese entonces me pareció en más prefabricado, menos original y
sus miembros, sobre todo el cantante, el más posado e insoportable. Si (para
mí, insisto) Axl Rose es la caricatura de las superestrellas del rock; The Vines
me parecen la mala parodia de los grupos de inicios de los noventa.
Así y todo, les
reconocí siempre la sensibilidad para sacar una canción como “Winning days”,
con ese sonido inconfundible.
A fines de siglo, un
grupo de chiflados religiosos en batas me recordaron a los Beach boys no sólo
por su sonido, sino por la relación (no muy conocida en nuestro país) de Carl
Wilson con Charles Manson. Así, la muy buena “Soldier girl” de The poliphonic
spree; segundo grupo al que casi no recordaba y que encontré por casualidad
tiene por un lado, los coros inconfundibles de los hermanos Wilson, pero
también (además de la chifladura por lo “místico”), el sonido barroco que
explotaría en Pet sounds.
Pet
sounds cumple hoy
medio siglo. El disco que los Beach boys compusieron inspirados en Rubber soul y que a su vez inspiraría Sgt. Peppers lonely heart clubs band.
Personalmente prefiero al disco de los Beach boys que a los mencionados de los
Beatles (lo mediría con Revolver) y
me parece que su barroquismo instrumental ha sido más influyente que el de la
llamada obra cumbre del cuarteto de Liverpool.
Las armonías vocales
de los Beach boys se combinan con un sonido menos rítmico que el de sus
primeros discos, pero no por ello menos efectivo. El barroquismo de la
instrumentación influyó no sólo a los cuatro de Liverpool. Sus huellas se
escuchan en grupos de rock ácido como Buffalo Springfield (y su suite
deliciosa: “Broken arrow”), Pink Floyd (en su primer disco: The piper at the gates of dawn) e
incluso en los Rollings stones de “Ruby Tuesday”.
El influjo de este
sonido, sin embargo, no se quedó en los años sesenta. Un disco tan importante e
innovador en su momento como el Ok
computer de Radiohead tiene sonidos que remiten a la instrumentación de los
Beach boys tanto como a los Beatles y a Pink floyd. Algunas de sus canciones recuerdan
a los sonidos usados por los Beach boys a tal grado que podría decirse que “No
surprises” es una “Wouldn’t it be nice” en versión pesadillesca.
Seguir hablando de la
influencia de los Beach boys en la música popular, del pop barroco al indie y del progresivo al britpop sería cosa de nunca acabar (y
no he hablado del pop, donde, en su vena folk, su huella va de ABBA al mejor
Elton John). Para acabar, nada mejor para apreciar a este grandioso grupo que
la “sinfonía de bolsillo”. No queda más que la belleza.
(y la semana pasada
también se cumplieron 50 años del Blonde on Blonde de Dylan; pero hablar de él
con un poco de propiedad, por su larguísima y fructífera trayectoria me
llevaría semanas, meses… años)
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